Sánchez, escaldado en el perol andaluz

Los tiempos y las estadísticas no son ahora mismo buenos para un PSOE cautivo por la aritmética electoral: Podemos, por un lado, y los independentistas vascos y catalanes, por otro. Tensiones que se han trasladado al debate de Los Presupuestos Generales y a sus propios contenidos, en un catálogo de obediencias y concesiones que Moncloa no tiene más remedio que cumplir si los Sánchez no quieren ser obligados a mudarse del palacio del poder.

Además de que no se lo aconsejan los augures electorales, Sánchez tampoco quiere convocar generales antes del 2020 para dejar este año 2019 vía libre a sus barones en las elecciones autonómicas previstas para el 26 de mayo.

El batacazo andaluz, con una Susana Díaz que fue a por flores y volvió sin el canastillo de los votos, aconseja a los estrategas socialistas no mezclar churras con merinas. Irán paso a paso, elección a elección. Si Lambán aguanta o no en Aragón, si Ximo Puig repite o no en Valencia será mérito, cuestión, cosa de ellos; pero no consecuencia de la política nacional, como los susanistas han arguido para justificar su derrota en Andalucía.

Sánchez, en definitiva, necesita margen.

No es el único. También lo precisa un Pablo Iglesias debilitado por las disensiones internas y su ya clara divergencia con los otrora sus alcaldes, que realmente siempre fueron de ellos: Carmena, Santisteve, Kichi o Colau.

Igualmente los indepes catalanes necesitan tiempo para reorganizar sus huestes.

Quien no necesita nada, salvo dejarse vivir, disfrutar de las morteradas que van cayendo desde Madrid, es un cada vez más orondo Andoni Ortúzar, presidente del PNV. Como buen burgués, ya anunciado que apoyará a Sánchez, pues las cuentas le salen.

Sumar y votar, he ahí la política...