Een el reciente mitin de Pedro Sánchez en Zaragoza quedaron claras las distintas posiciones de los líderes socialistas con respecto a los futuros, pero inminentes, pactos o acuerdos post--electorales.

Por un lado, el presidente Sánchez aboga por un bloque de izquierdas, compuesto por su partido y Podemos, más el que se quiera sumar.

Por otro, el presidente aragonés, Javier Lambán, no descarta un acuerdo de centro-izquierda entre PSOE y Ciudadanos, argumentando que ésa sería al mismo tiempo una buena fórmula para aislar a Vox (por la extrema derecha) y a los independentistas.

Ahondando un poco más en esa línea, Lambán tampoco descartaría un acuerdo entre el PSOE y un centro--derecha compuesto por Partido Popular y Ciudadanos. Amparándose para esta propuesta en los precedentes que ya se han ensayado en Alemania (gran pacto de legislatura entre socialdemócratas y democristianos) o en Francia (cordón sanitario electoral para impedir el triunfo de Marine Le Pen).

La diferencia entre ambas visiones o análisis, el de Pedro Sánchez y el de Javier Lambán, responde más o menos a las diferencias de significado entre estrategia y táctica. Siendo aquí Lambán el estratega y Sánchez el táctico.

El diccionario de la Real Academia atribuye a táctica ser un arte para poner orden y un sistema especial que se pone en práctica para conseguir dismimuladamente un fin. En cambio, estrategia sería el arte o la traza para dirigir un asunto o un conjunto de reglas que aseguran decisiones óptimas en cada momento.

Siendo, como de costumbre, limitado y circunstancial, perecedero, el trabajo de la R.A.E., deduciríamos que si se emplea la táctica es más bien a corto plazo, en busca de un resultado inmediato. Proyectándose la mente estratégica hacia un horizonte más amplio y no tan próximo.

Adolfo Suárez, por ejemplo, con quien tuve ocasión de repasar su carrera política, era un magnífico estratega, pero un mal táctico. Felipe González dispuso de ambas virtudes. Pablo Iglesias, Aznar y Rajoy, sólo de la cualidad táctica. Zapatero y Rivera, sólo de la estratégica. Rubalcaba o Casado, de la táctica. Quim Torra, de ninguna de las dos.