Cualquiera diría que estamos aún en plena pandemia. O que los muertos se contabilizan cada día en centenares. Los dados están en el aire y la gestión sanitaria vuelve a ser el espejo de la mezquindad.

Pedro Sánchez nos da una homilía rigurosamente aburrida para contarnos que hay que vacunar. Vaya, ¡qué sorpresa! Su ‘sanchidad’ entra en la campaña madrileña dando noticias de buena esperanza de una vacunación insultantemente lenta antes de empezar su periplo por África.

Como hay poco que resolver en España, su ‘Sanchidad’ se embarca en un viaje diplomático por el continente africano. Eso sí, antes de irse, el creador del mando único en la gestión sanitaria para luego disparar culpas a las autonomías, afirma que el estado de alarma ya no tiene sentido. Morirá el 9 de mayo. ¿No estábamos entrando en una nueva ola de contagios? ¿Ya es el momento de prescindir del toque de queda o de las restricciones de aforos? ¿Cómo gestionarán las autonomías sin una ley general que ampare sus decisiones?

¿Qué Ximo Puig está intentando entablar conversación con la farmacéutica Jansen para asegurar dos millones de dosis en Valencia? ¿Qué Ayuso quiere tantear la compra de la vacuna de los rusos? “Vacunar, vacunar, vacunar”, repite su ‘Sanchidad’, sin solucionar el mercadeo abierto entre autonomías. ¿Está Castilla y León paralizando la vacunación de AstraZeneca de manera unilateral? “Vacunar, vacunar, vacunar”, vuelve a repetir.

No habrá nunca nueva normalidad mientras el Gobierno insista en su demagogia. El país está sumido en un sainete donde las autonomías hacen el trabajo ‘sucio’ asumiendo los riesgos. Y su ‘Sanchidad’ se desquita cómodamente desde la poltrona para sacar pecho de lo que no ha hecho. La gestión de la vacunación ha sido, es y será de las autonomías. Quizá haga bien Sánchez en irse a su torneé africana. Total, para qué dedicarse a la pandemia después de tanta negligencia e inhibición. Buen viaje, su ‘Sanchidad’.