Los demócratas americanos no han conseguido tumbar a Donald Trump, pero ya tienen otra misión en sus antípodas: cercenar a Bernie Sanders en sus aspiraciones a ser nominado como su propio candidato. Porque el senador por Vermont, de 78 años, intenta de nuevo encabezar la oferta demócrata para presidir el país. Con fuerte oposición interna, pues su establishment no lo quiere. Es más, está dispuesto a impedir como sea su nominación.

Los Clinton, que siguen siendo un activo, y los Obama, que más, vienen operando en las sombras para cortar las alas a este extraño pájaro nacido en su propio nido, pero con las puntas de las alas rozando las utopías socialistas. O comunistas, llegan a advertir los más críticos. Y acusan a Sanders de pretender arruinar el país estableciendo en los Estados Unidos dos nuevas leyes, la de una Sanidad y una Educación gratuitas y universales, acabando con monopolios farmacéuticos y con los privilegios de las Universidades privadas. Poniendo en práctica, es decir, lo que se viene haciendo en Europa.

La candidatura del viejo Bernie pone de los nervios al ‘establishment’ demócrata

No contento con eso, Sanders, el muy rojo, ha puesto sobre la mesa otras promesas electorales, como un salario mínimo y una política de corte ecologista que limite y penalice las emisiones contaminantes de la industria pesada, a la que acusa, junto con Wall Street, de haber comprado a los políticos de Washington y corrompido a la nación.

Las cadenas de derecha radical, como Fox, o historiadores de corte conservador como Michael Kazin acusan a Sanders de querer convertir a un previamente arruinado Estados Unidos en un satélite de otras potencias, regido por un gobierno socialista y entregado a la amistad de Maduro y los enemigos de Oriente Medio. Asimismo el lobby judío ha puesto el grito en el cielo contra Sanders.

Y, sin embargo, nada de lo que dice, plantea o hace el viejo Bernie podría considerarse en un país como España otra propuesta que la más estricta y oficial del partido socialdemócrata. Un socialismo europeo, ya testado en países occidentales, que ha generado beneficios a grandes capas de población, mejorado la salud y permitido el acceso a los estudios universitarios de las clases populares.

¿Dónde está el peligro?