Ya de crío odiaba que, para felicitarme por mi onomástica, añadieran la apostilla de «Santiago y cierra España». Sin entenderlo, me parecía de lo más rancio. Nunca me ha gustado el verbo cerrar. Y no digamos de aquel «Santiago matamoros». Qué tendría que ver Santiago el Mayor en la Reconquista y con esa manía de aislarnos y de expulsar al extranjero. Bien visto, el patrón de las Hispanias, podría haberlo sido de Europa entera. El Camino de Santiago fue el primer fenómeno integrador tras el Imperio Romano. Personas de todos los rincones del viejo continente cruzaban los Pirineos para seguir la estela de la Vía Láctea. Las artes, la cultura y las leguas caminaban por él y suponían un soplo de modernidad para la España del Medievo.

Pero se empeñaron en convertirlo en terror de sarracenos y en símbolo de las esencias patrias. Todo eso contribuye a mi disgusto de cargar con este nombre santificado. Claro que más tarde me daría cuenta de que resultaba más que improbable que el apóstol descansara en Galicia. Si había sido decapitado en Galilea, quién podía creer que viajara en barca, atravesara el Estrecho y subiera hasta Padrón.

Más verosímil parece la hipótesis de algunos historiadores que señalan que, quien está enterrado en Compostela, no es el apóstol, sino Prisciliano , el primer hereje ejecutado por la cristiandad. Al parecer, el obispo gallego tuvo muchos seguidores predicando la libertad religiosa, la igualdad entre sexos y el culto a la naturaleza. Un feminista y ecologista, en pleno siglo IV, debía ser decapitado. Pero sus adeptos continuaron peregrinando a su tumba y, en algún momento, las autoridades, en lugar de prohibir tal práctica, le cambiaron el nombre al santo.

Pero si la iglesia se niega a realizar la prueba del carbono 14, que demostraría que esos restos son del siglo I, o del IV, quién soy yo, más que un simple hereje, para dudar de la verdad jacobea o de que el santo fuera visitado de manera presencial por María Santísima en Zaragoza, estando ella viva, o sea, mediante tele-transportación. Que yo sepa, por aquel entonces, Zaragoza no tenía vuelos con Palestina.

Acepté el nombre, sin añadir el «y cierra España», que no estamos para más cierres y, por supuesto, negando ese casposo «matamoros», en todo caso, Santiago para todos. Feliz verano, si no vuelven a cerrarnos los caminos para viajar a la Bética o a la Gaélica. H