El consejero de Hacienda del Gobierno de Aragón, José Luis Saz tiró la toalla. Su dimisión se suma a las destituciones de dos gerentes del departamento de Sanidad en un primer balance provisional de las víctimas causadas por el incumplimiento del déficit. Sin embargo, Luisa Fernanda Rudi salió a la palestra para quitar hierro a la situación. Según la presidenta, no hay en el fondo ningún problema. Todo va bien, dijo, y si las cuentas no han cuadrado ha sido por poco. Sin más.

Ya ha sido designado el sustituto de Saz. Es Javier Campoy, un abogado sin experiencia conocida en el campo financiero. Se enfrenta a un cometido muy difícil, porque, diga lo que diga la presidenta, no valdrá dejar las cosas como están. Aragón padece una seria merma de ingresos que, a la hora de la verdad, impide equilibrar sus presupuestos. Es decir, si no se produce un replanteamiento total del gasto para racionalizarlo de verdad (no como se ha hecho hasta ahora), sólo hay una alternativa: recortar más de doscientos millones donde sea factible, en la inversión y los servicios públicos. El futuro es difícil ante un reto mayúsculo.