El anuncio de cierre de las estaciones de Aramon era «la crónica de un cierre anunciado». Antes del puente de la Inmaculada, nuestro presidente ya se pronunció sobre la apertura de las estaciones de esquí, y esta opinión era contraria a la apertura de las mismas, sumándose a la propuesta de nuestros vecinos franceses y alemanes.

En España, por el contrario, todas las comunidades aprobaban la apertura de estaciones. Y así sucedió tras el puente del 8 de diciembre. Aragón, viéndose solo en una decisión tan controvertida, anunció entonces la apertura de sus estaciones de esquí para el 23 de diciembre.

Es cierto que, a diferencia de nuestros competidores catalanes y andaluces, la comunidad aragonesa no cuenta con una población suficiente para llenar de forma rentable sus estaciones, que contabilizan el 30% de la oferta de esquí de España. Mientras que Cataluña cuenta con una población de 7,7 millones de habitantes y Andalucía con 8,5 millones, Aragón apenas cuenta con 1,3 millones. Así pues, los clientes de nuestro valle proceden en un 85% de fuera de la comunidad aragonesa; y si contabilizáramos los clientes entre semana, ese porcentaje sería del 95%.

Decisión incomprensible

Sin embargo, este no ha sido el problema: no hemos podido comercializar nuestra oferta al público aragonés debido al decreto del 19 de diciembre que anunciaba el cierre provincial en la comunidad de Aragón, imposibilitando así la apertura de estaciones e instalaciones hosteleras. Fue una decisión incomprensible que los empresarios criticamos con dureza. Pasamos las vacaciones de Navidad, hasta el 7 de enero, viendo como nuestros vecinos llenaban estaciones de esquí y negocios, mientras nosotros estábamos cerrados.

Fue especialmente duro ya que nosotros en Aragón nos encontrábamos con el «famoso índice» de casos diagnosticados en los últimos 14 días por debajo de 200; y Cataluña estaba entonces en 327 casos. Y, además, Cataluña aplicó una política de permeabilidad que permitía acudir a la segunda residencia y a hoteles con previa reserva. Esa movilidad, junto con menor competencia, les permitió disfrutar de un inicio de temporada excepcional. A pesar de todo, a partir del 7 de enero cerraron también la mayor parte de negocios, hoteles, restaurantes, tiendas de esquí, etc… por nuevas restricciones de movilidad en Cataluña, que a fecha de hoy siguen cerrados.

¿Las consecuencias? Difíciles de valorar sin ser experto en la materia, pero a día de hoy en Aragón se contabilizan 417casos y en Cataluña 292, eso si, allí con «las cajas llenas». Como ya he dicho, protestamos y no entendimos las decisiones que se tomaron.

Suposición

Ahora se anuncia la no apertura de las estaciones y debo decir que esta decisión la entiendo: si con menos de 200 casos se decretó un confinamiento provincial, ahora que tenemos 417 no parece factible que alcancemos la cifra objetivo -¿125?- para la apertura comunitaria en un plazo de tiempo que permita salvar la temporada. No soy experto, insisto, es solo una suposición.

Nuestras reivindicaciones siempre fueron las mismas: movilidad, ayudas directas al sector, futuro para la nieve… Las excusas también han sido reiterativas: sanidad, falta de dinero, que «la temporada ha empezado muchas veces en San Valero», que «quedan muchos meses de temporada»… Ya ha pasado San Valero, ha pasado Carnaval y no tendremos Semana Santa, ya no hay temporada… ya no hay excusas. La temporada se ha perdido, supone más del 80% de la mayoría de los negocios y el 100% de otros. El año pasado ya perdimos el 25% de la temporada.

Ahora necesitamos ayudas, ayudas directas. Sabemos qué va a pasar y lo que no va a pasar, y lo sabemos todos. Tenemos derecho a exigir a nuestros gobernantes que nos ayuden, con ayudas directas a las empresas y con una garantía de futuro. Y las necesitamos ahora, no con futuros fondos complejos.

No quiero repetirme, aunque no me cansaría nunca de repetirme en algo tan fundamental: tenéis que poner todos vuestros esfuerzos en ayudarnos y no debéis fracasar en este empeño. Nosotros siempre responderemos con nuestro esfuerzo.