El antiguo Egipto sigue proporcionando materiales para el estudio y la ficción. Sus inmensos yacimientos son lentamente traducidos a episodios y datos.

El egiptólogo español Josep Padró ha realizado excavaciones en Heracleópolis Magna y en Oxirrinco. De sus estudios es fruto su nuevo ensayo, Secretos del Antiguo Egipto, ajustado a una concepción e índice distintos. El autor no ha querido ofrecernos un relato lineal de período alguno, sino una visión más amplia de la sociedad egipcia, en su largo recorrido de cuatro mil años. Enfocando sus puntos de vista sobre algunas de las principales instituciones y costumbres, en el impulso conquistador y civilizador de las sucesivas dinastías, en la práctica del sexo, de la religión, o en las intrigas políticas, descubriéndonos la existencia de espías y una nómina de magnicidios bastante nutrida, entre la que figuran víctimas tan ilustres como Ramses III, caído, según el llamado papiro de Turín a causa de un «complot de harén», organizado por la reina Tiyi.

Una de las principales dificultades a las que Padró y el resto de egiptólogos vienen enfrentándose es la escasa abundancia de fuentes escritas. De carácter religioso se han conservado muy pocas: el Libro de los Muertos, los Textos de los Sarcófagos del Imperio Medio o los Textos de las Pirámides del Imperio Antiguo. Los textos mitológicos narrativos o teológicos son aún más raros. El premio de la eternidad tenía que ver con el comportamiento moral del individuo. A su muerte, cada ser humano debería comparecer ante el tribunal de Osiris, ceremonia en la que sus acciones se pesaban en una balanza para determinar si era digno de disfrutar de los Campos Elíseos.

De la práctica del sexo es bastante lo que los historiadores han podido llegar a saber. Los egipcios lo asumían con naturalidad desde edades muy tempranas. En las tumbas no es raro encontrar dibujos de amantes en posiciones amatorias, como el que representa a la reina Hatseput y a su arquitecto en un momento de intimidad.

Un ensayo para viajar al antiguo Egipto con otra mirada y para avizorar al pueblo egipcio en su trayectoria y conjunto, más allá de su sacralizado faraón.