El delegado del Gobierno en Aragón, hombre asequible e informado donde los haya, ha empezado a tragarse los primeros sapos informativos. En una reciente reunión con los sindicatos policiales no llegó a entender cómo algunas quejas de los cuerpos y fuerzas de la Seguridad del Estado fueran del dominio de la opinión pública cuando, desde dentro, se entiende que los trapos sucios se lavan en casa. Habrá que aclarar que los profesionales de la seguridad son tan profesionales que cuando las cosas de la seguridad no marchan como debieran sólo tienen que silbar.