Los estadounidenses no creen en la seguridad, lo hacen en la violencia.

La vigente constitución de los EEUU se redactó en septiembre de 1787 y las primeras enmiendas se incorporaron en 1791, cuando llevaba poco más de dos años en vigor. Los estados que constituían el país en aquellos momentos eran 13 (New Hamspire, Rhode Island, Conneticut, New York, New Jersey, Pensilvania, Delaware, Virginia, Maryland, Carolina N., Carolina S., Georgia, y Massachusetts) y la forma de vida de quienes estaban construyendo lo que hoy es la primera potencia mundial, muy distinta a la actual, con 50 estados. La violencia fue consustancial al nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica y a ello contribuyó la segunda enmienda que concede el derecho a poseer armas.

Las películas de Hollywood nos han relatado como fue la conquista del oeste, o sea, el nacimiento de los EEUU, y la violencia es el rasgo definitorio. No existía autoridad ni leyes y en la mayoría de los casos el sheriff no era el mejor, lo elegían por su capacidad de matar más y más rápido que los teóricos malos. La tenencia de armas era algo natural en ese ambiente y su uso, habitual, sin que en muchos casos se pusiese en duda la decencia o no de esas acciones violentas.

El origen de los estados en Europa es muy distinto. Hay vestigios históricos que nos hablan de organizaciones políticas hace 28 siglos. La violencia también ha sido compañera del devenir europeo pero con una diferencia notable: aquí siempre ha habido un poder, alguien que ha organizado y legislado. Allí fueron de abajo hacia arriba mientras que aquí lo hemos hecho de arriba hacia abajo. El individualismo frente a la organización colectiva. La violencia individual y la seguridad colectiva.

Las policías tienen una trayectoria muy distinta puesto que en EEUU no existen los cuerpos de seguridad, hay algunas agencias estatales, como el FBI, pero quienes mantienen el orden son los sheriffs, nombrados por los alcaldes, habiendo algunas policías sectoriales en ciertos estados. En Europa hay unidades policiales formadas por personas que acceden a esos puestos por mérito y capacidad, son profesionales formados y no deben atenerse a la voluntad de quien les ha nombrado. Las personas que han viajado por los estados del «medio oeste» saben que la aparición del sheriff es intimidadora. En Europa cuando hay un problema si viene la policía se hace la calma, harán lo posible por solucionarlo. En EEUU una simple infracción de tráfico puede hacerte pasar muy mal rato pues ver a esos matones con sus colts en la cintura es atemorizador.

Cada cierto tiempo tenemos noticias de que en algún lugar de los EEUU ha habido un tiroteo con varios muertos. Tenemos conocimiento de unos pocos, los más sangrientos o con motivaciones más llamativas (Columbine, El Paso), pero la estadística nos dice que hay más de uno al día. Y parece que no hace mella en la mayoría de estadounidenses que siguen apelando a la segunda enmienda. Las muy bien engrasadas campañas publicitarias de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y de las empresas armamentísticas mantienen viva la creencia en la bondad de la posesión de armas. A veces vemos reportajes estremecedores de padres enseñando a disparar, a matar, a sus hijos de diez o doce años. La violencia, esa es la clave, así lo creen. Esta idea, absolutamente errónea, ha llevado al presidente Trump a afirmar que para evitar tiroteos en las escuelas hay que hacer que los profesores vayan armados.

Desde este lado del Atlántico esto nos parece una locura y nos gustaría ver gestos encaminados a ponerle fin y algunos, por fin, se están produciendo. La cadena de supermercados Walmart ha anunciado que dejará de vender munición de guerra en sus establecimientos. Una escasa pero notable decisión. El ayuntamiento de San Francisco acaba de aprobar una moción según la cual esa ciudad declara a la NRA como organización terrorista. Gran acierto que deberían imitar otras muchas ciudades hasta conseguir que el Congreso tome medidas para retirar la segunda enmienda, algo que costará mucho pero que en algún momento tendrán que hacer, es el único camino. Si muchos representantes y senadores toman esa decisión y van a sus estados a explicarla, un presidente podrá, en su segundo mandato, cuando esté cerca de finalizarlo, darle trámite.

Mientras tanto se me ocurre una idea, por si alguien allí lee esto. En los EEUU tienen mucha fuerza los actores y demás miembros del mundo del espectáculo. Que hagan campaña, como lo han hecho en otros casos difíciles, que les digan a los niños que por Navidad pidan un libro en vez de un rifle.

*Militar. Profesor universitario. Escritor