La Formación Profesional (FP) sigue creciendo y mejorando, gana prestigio y aumenta en es-tudiantes. Más calidad, más oportunidades de empleo. Ya no es una salida de segunda. Una nueva formación profesional tiene futuro. Y mucho.

Hasta hace bien poco en España solo parecían existir dos caminos al finalizar la enseñanza obligatoria. Uno, ir directamente hacia la universidad; el otro, caminar hacia la (casi) nada. Eso está cambiando. La «casi nada» (la FP) ha mejorado. A la vista está. Cada vez es más atractiva. En este curso cerca de novecientos mil jóvenes estudian ciclos formativos de FP en nuestro país. Veintitrés mil más que en el año anterior. En la última década la FP ha crecido un 77% de alumnado (Datos y Cifras, MEFP). Aun así estamos por debajo de la media de la OCDE. Solamente un 12% de nuestros jóvenes entre 15 y 19 años están matriculados en estudios de formación profesional. En otros países (Alemania, Países Bajos, Suiza) el porcentaje es mucho mayor. Y sobre todo nos llevan mucha ventaja en formación dual. En nuestro país el bachillerato ha sido la vía preferente para muchas familias. Pero se abren otras posibilidades.

La FP crece en alumnado más que en el resto de los estudios secundarios. Los ciclos formativos ya tienen más estudiantes que los bachilleratos. Seguramente porque están ganando prestigio. Porque la universidad ha dejado de ser la panacea de cara al empleo. Cuatro de cada diez graduados universitarios se ven obligados a realizar un trabajo por debajo de su cualifica-ción. Si lo encuentran, que no es fácil. Sin embargo, para los titulados técnicos se ofrecen muchas más salidas profesionales. Y previsiblemente se abrirán todavía más puertas en un futuro próximo. Para el año 2030 los nuevos puestos de trabajo que se crearán en España requerirán un 65% de profesionales con cualificaciones medias. Eso dice al menos el Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional (Cedefop, UE). Habrá que poner la vista, pues, en ese horizonte. Trabajar juntos pare reforzar el capital humano, la empleabilidad y la competitividad. Con un plan estratégico de la FP. En el ámbito estatal y con reflejo en nuestra comunidad autónoma.

Seis palancas para el imprescindible cambio hacia una nueva FP. Una, actualización del catálogo de títulos. Corresponde al Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP). Se trabaja en dos líneas paralelas. Una, la actualización y modernización del catálogo de títulos (172 en total), incorporando a todos un nuevo módulo profesional sobre digitalización aplicada al sector. Dos, el diseño de nuevas formaciones, necesarias para un sistema productivo en vertiginoso cambio, con especial atención a sectores emergentes, al tránsito a la industria 4.0 en una cuarta revolución industrial, a la aplicación de procesos de economía circular, al uso de redes de comunicación 5G, etc.

Dos, ampliación de la oferta de plazas. Habrá que crear muchas nuevas. Unas 200.000 en los próximos años. Antes, hacer un mapa de necesidades, territorio por territorio, pues la gestión corresponde a las comunidades autónomas. Por otro lado, flexibilizar la oferta formativa. Para hacerla más accesible a la población activa. Con la elaboración de materiales apropiados para la formación a distancia. Con un más ágil procedimiento de acreditación de competencias básicas para las personas adultas. Con medidas creativas para que quienes viven en el medio rural puedan estudiar un determinado ciclo que no está implantado cerca de su localidad. Con una organización modular del currículo para que el alumno pueda organizarse su propio itinerario. En resumen, una FP más «a la carta». Pero con calidad garantizada.

Tres, nuevo marco normativo. Necesario. Posiblemente, una nueva ley de ordenación general de la FP que sustituya a la de las Cualificaciones de la Formación Profesional (LO 5/2002). Un mejor encaje de la FP en una futura ley de bases para el todo el sistema educativo que derogue la LOMCE. Además, regular de manera específica la FP dual e integrar la FP reglada y la FP para el empleo. Consecuentemente, habrá que revisar la normativa autonómica y reforzar el papel de los Consejos de FP (estatal, autonómicos) y propiciar su coordinación.

Cuatro, impulso desde los centros educativos. En tres líneas al menos. Primera, dotando de recursos a todos los centros, con especial atención a los integrados y, muy particularmente, a los de referencia nacional. Segunda, intensificando la formación del profesorado: insistir en su formación inicial, incentivar proyectos innovadores, posibilitar estancias en empresas y centros punteros, etc. Tercera, revisando todo el sistema de orientación vocacional y profesional en los centros educativos, con mayores dotaciones en los departamentos de orientación, refuerzo del papel de sus profesionales, etc.

Cinco, internacionalización. Por un lado, alinear el marco español de cualificaciones (MECU) en sus niveles no universitarios con el marco europeo (EQF). Por otro, tejer alianzas con otros países, especialmente con los que tienen una larga y exitosa tradición en formación profesio-nal. Alianzas y redes entre centros educativos para estancias de alumnos y profesores, compartir iniciativas e innovaciones, intercambiar recursos, realizar prácticas en empresas punteras, etc.

Y seis, conexión con la universidad. La FP debiera abrirse un hueco mayor en el sistema universitario, objetivo para cuando se sustituya la LOU por una nueva ley universitaria. Mientras tanto en bastantes universidades ya se homologan estudios profesionales y en algunas pioneras se plantean establecer nuevos modelos (2+2) para acoplar los ciclos formativos superiores con los grados universitarios. Por ahí se abren nuevas perspectivas a corto y medio plazo.

En definitiva, una renovada FP. Que responda más y mejor a las necesidades actuales de cada sector productivo. Que forme el número de los técnicos intermedios que requiere nuestra economía. Que nos ponga en línea con otros países avanzados de nuestro entorno. Que sea palanca de productividad, competitividad e innovación empresarial. En el MEFP llevan tiempo trabajando en esa línea. Por ahí se puede avanzar para mirar al futuro. Sí. Desde una nueva Formación Profesional.

•Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación y miembro del Consejo Escolar del Estado