Semana Santa. Vacaciones, sol, montaña, playa... Un quiebro a la rutina, a pesar de las predicciones meteorológicas, certeras o erradas; tiempo de proyectos --¿a quién le importa si se cumplieron? si lo que cuenta es romper con lo cotidiano-. Cofrades que se hermanan y desfilan al ritmo marcado por bombos y tambores mientras dirigen sus capirotes al cielo para señalar dónde encontrar la respuesta a tantas cuestiones que nos atormentan.

Los ecos de la rompida de la hora resuenan en las ventanas de los pequeños alojamientos rurales, tan íntimos como propensos a estrechar nuevos lazos de amistad. Semana Santa: sobre todo, una oportunidad para la reflexión...

Aragón es un cruce de culturas; somos herederos de un legado magnífico forjado por iberos, romanos, moros y cristianos. Sangre amalgamada de ancestros de remota estirpe fluye por nuestras venas: ¿quién puede sentirse extraño aquí? ¿A quién reprochar su origen, su cultura, su religión y creencias, o su pertenencia a un pueblo diferente? Semana Santa: una oportunidad para la amistad, el entendimiento, la tolerancia, la solidaridad... la paz.

*Escritora