Este ha sido el primer y único fin de semana de campaña de las elecciones generales del 10-N lo cual es un alivio para todos. Los primeros los políticos, que han asumido estos días de difusión de mensajes electorales con bastante pereza, sobre todo a nivel provincial y regional, y los segundos los ciudadanos, que están cansados de oír que el bloqueo político es culpa de unos y de otros y ni mucho menos están para ver debates ni asistir a mítines o reuniones con mensaje electoral. Los terceros somos los periodistas, que asumimos con cierta monotonía y desgana una campaña en la que se van a lanzar pocos mensajes nuevos a los españoles y menos promesas electorales de calado, de las de antes.

Estos días estamos viendo ya cómo lo que se lanza es el compromiso inequívoco de que los partidos (y sobre todo los líderes) van a ser capaces de negociar una mayoría parlamentaria que sirva para dotar al país de un Gobierno estable y comprometido con un programa social y económico que incluya las reformas más urgentes para que España siga adelante y salga del atasco en el que está. Y aún más, que esa mayoría sea tan cualificada que sea capaz de dar una respuesta consensuada al desafío al orden constitucional con el que amenazan los partidos independentistas de Cataluña. Ahí se acaba el mensaje. Se oyen palabras claves como pensiones, brexit y cambio climático, pero más como acompañamiento y por adornar los mensajes que por otra cosa.

Si miramos a los candidatos locales les hemos visto ya haciendo esfuerzos por hablar con los periodistas de cómo se gestionan los servicios públicos, como se puede generar riqueza o qué va a pasar con los trabajadores ligados a la central térmica de Andorra, pero al final también miran al desbloqueo político y a Cataluña. Y además tampoco están en condiciones de llevar una buena semana porque las relaciones son malas entre el aparato del partido y los principales candidatos en el PSOE aragonés y en Unidas Podemos (conocida y demasiado elocuente en ambos casos), son ambiguos unos con otros en el PP regional, en Vox, ya se sabe que no son muy de trabajar todos los días y más teniendo un candidato al 50% entre Madrid y Zaragoza y en Ciudadanos ha bajado la ilusión por llegar y ahora es por mantenerse. Quizás los que más intensamente viven estos siete días son los candidatos de Más País-Chunta y los de Teruel Existe, sobre todo por la novedad y por el interés ciudadano que despiertan, aunque el efecto Errejón duró poco en la calle y en Aragón parece haberse desvanecido por completo y puede ser más la parte de Chunta la que aporte votos. Precisamente esta candidatura y la de Teruel Existe (que por cierto dicen que van a hacer su mitin central desde un campanario recogiendo el guante del presidente Lambán que les dijo que su candidatura era «como hacer política desde lo alto de un campanario») son las que más pegadas están al territorio, aunque el 10-N no sea muy de eso.

Es una semana que se nos va a hacer muy larga a todos y que la clave será el debate nacional de mañana en la tele y sobre todo el día previo a las votaciones, el sábado de reflexión. Porque cada vez los electores deciden el voto más tarde y en esta ocasión más. La caída del voto por correo, en torno a un 30%, puede significar aparentemente un exceso de abstención, pero el 10-N muchos de los que no han solicitado ese voto a distancia se van a arrepentir. Votará menos gente que en abril, pero no será tanta la diferencia, aunque si son tres o cuatro puntos pueden ser muy significativos. El día de reflexión puede ser determinante y así lo están preparando ya colectivos catalanes que pretenden hacerse notar, y mucho, ese día incluso boicoteando edificios que acojan colegios electorales en Cataluña. Y quien sabe en otros puntos del país. Sabemos que jornadas de reflexión movidas son determinantes porque ese día se mueven las conciencias de muchos electores y al día siguiente, delante de la urna, actúan. Son los indecisos.

Por eso puede ser más jornada clave que nunca el 9-N y hay quien ve ya una repetición de Andalucía en nuestro país. Allí estaban todos los socialistas preocupados de con quién gobiernarían o quién dejaría que gobernara el PSOE y al final, la derecha tuvo más votos y está al frente de la Junta. Tanto mensaje español contra Cataluña, tanto mensaje catalán contra España no solo no va a resolver la situación que se vive desde hace años en el territorio vecino, sino que puede complicar y mucho la política del conjunto del país. Por eso la semana, que va a ser larga, como si no tuviera siete días, debería ser clara y diáfana y no caer en ningún error de bulto en días claves en la mente de los electores como el de reflexión. No sea que al final triunfen los que esperan generalizar en el país un desgobierno con el que extraer beneficios políticos y sociales, evidentemente, solo en una dirección. Y no es la más adecuada para los tiempos que se avecinan.

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