Desde la muerte de Adolfo Suárez, el domingo 23 de marzo, España entera se va a mirar a si misma a través del que fuera el primer presidente de la democracia española. Los programas especiales y obituarios permitirán a los españoles más jóvenes conocer su figura y su función política y social, mientras que los menos jóvenes revivirán infinidad de episodios que la recién nacida democracia tuvo que superar, con mayor o menor fortuna. Se asistirá al sepelio de un estadista con el boato prescriptivo y se repensará la historia de la España más reciente.

Esta noticia es lo suficientemente importante como para silenciar otras de menor rango, pero los medios de comunicación nos mostrarán a los otros dos primeros de la semana cuya coincidencia es importante para la historia actual porque Europa será el escenario político donde coincidirán y se encontrarán también los otros dos primeros. El "segundo" será Obama que es el primer presidente afro-americano de los Estados Unidos; siendo tercero el Papa Francisco, que es el primer Papa latino-americano (argentino). Es decir, en el marco europeo, van a coincidir los que han inaugurado la serie de sus respectivas categorías

AUNQUE LA EXCEPCIONAL coincidencia es cronológica y espacial, no habrá rivalidad entre ellos. El funeral de Estado será multitudinario mientras que el encuentro Obama-Francisco I será más contenido, numéricamente hablando, pero de una extremada importancia internacional.

Desde dos ámbitos distintos, el civil y el religioso, se van a encontrar en Europa los dos líderes más importantes del momento, cuya característica común no es sólo ser los primeros en su serie, sino tratar temas comunes de preocupación internacional. Desde el encuentro del papa Juan Pablo II con Reagan, cuyo liderazgo no estaba reforzado por ser los primeros, no se habían prodigado reuniones de este tipo. En su agenda figuran temas coincidentes: los conflictos de Ucrania; Palestina e Israel; y Siria, o los temas de Guantánamo en Cuba, por ser los más llamativos, además de los más persistentes como la pobreza o la paz en el mundo.

Obama vendrá acompañado de dos expertos en cuestiones de paz y seguridad: Susan Rice, la actual embajadora de los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y de John F. Kerry, cuya figura será sin duda valorada por Francisco, por ser un converso, en el sentido más amplio de la palabra: tras haber sido un combatiente en Vietnam, hoy es uno de los más destacados mediadores en los procesos de paz.

EL ENCUENTRO DE estos dos gigantes cuenta con la esperanza y la confianza de muchos ciudadanos. Su carisma, y el hecho de que sean los primeros en su serie, permite aventurar que serán capaces de abrir nuevos caminos de diálogo y de comunicación que posibilitarán la resolución de los conflictos. Los líderes en fuerte retroceso de prestigio y reputación internacional no son Obama y el Papa, sino Vladimir Putin y Bashar al-Assad. Obama se está decantando por los hombres de paz (lógico y obligado siendo Premio Nobel de la Paz), tal como demostró la semana pasada cuando definió como un hombre pacifista al líder palestino Mahmoud Abbas, aún a riesgo de disgustar al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.

Hasta este momento, y por separado, ni Obama ni el Papa han logrado la paz. Queda la esperanza de que los dos primeros juntos: el poder político y el poder religioso tengan más fuerza que separados y consigan restablecer la cordura y la paz.

Profesora de Periodismo. Universidad de Zaragoza