Los datos provisionales de la ocupación turística de Semana Santa confirman las previsiones optimistas que se habían hecho. Básicamente, se ha constatado el despertar del turismo entre los españoles, cuyas compras en agencias de viajes han subido entre un 5% y un 6%. La ocupación hotelera ha sido del 75,7%, siete puntos por encima del mismo periodo del año anterior, pero donde la actividad ha remontado de forma más clara --y hasta cierto punto de forma sorprendente respecto de lo que se esperaba-- ha sido en las casas rurales, que han estado ocupadas al 89%, frente al 57% del 2013.

TURISMO EXTRANJERO

Estos datos se suman a los que también se han conocido sobre la llegada de turismo extranjero en el primer trimestre del año, diez millones de personas. Son cifras que apuntalan la idea de que el 2014 podría ser un año excepcional en este sector, mejor incluso de lo que fue el 2013, cuando se produjo el último récord de llegada de turistas --60,66 millones de visitantes extranjeros-- tras cinco años consecutivos de caídas.

El turismo de sol y playa sigue pesando mucho en nuestra industria. La semana pasada, Canarias registró una ocupación del 96%, mientras que en Benidorm fue del 90%. Es verdad que el turismo urbano gana peso, pero el grueso sigue estando en la costa. Algunos de los factores que podrían haber favorecido el éxito de la campaña son la moderación de precios, la reducción paulatina de la oferta de plazas y la meteorología favorable en la primera parte de Semana Santa.

INDUSTRIA SOSTENIBLE

Los empresarios del sector se quejan de los bajos precios, que estrechan la rentabilidad de sus negocios. Pero a la vez son muchos de ellos los que tratan de competir precisamente a través de las tarifas, lo que según los expertos es un error. Sobre todo teniendo en cuenta que ya de por sí son bajas y competitivas. La situación relativa respecto a destinos mediterráneos comparables --estabilidad y seguridad-- es uno de los elementos que debe aprovechar el sector para afianzar sus posiciones. El turismo no debe ser una carrera de récords, sino una industria rentable y sostenible con valor añadido, que nunca vendrá por la caída de los precios, sino por la calidad del servicio, que podrá mantenerse incluso cuando la competencia se recupere.