Empieza el segundo año de pandemia en el que a partir de ahora y mientras sigamos en estado de alerta epidemiológica todo lo que suceda tendremos experiencias previas para comparar. Ya tenemos suficiente conocimiento tras un año de aciertos y errores para conocer qué funciona, qué es mejorable y cómo se combate y se hace frente a un virus que si bien parece remitir, no lo hace con la velocidad deseada, y además en cualquier momento amenaza con volver a disparar los contagios y, por tanto, la presión hospitalaria. Entre lo que ya sabemos es que la movilidad descontrolada y los periodos festivos provocan un incremento de los contagios, o que suavizar las limitaciones cuando el suelo epidemiológico es muy alto implica después dos meses de subida en los casos, los ingresos hospitalarios y la mortalidad.

Por tanto, y viendo que la curva va declinando, caen los contagios y se va vacunando más gente, las próximas semanas se hacen trascendentes para la posterior evolución de la pandemia.

En próximas semanas llega la Semana Santa, un periodo vacacional muy anhelado por los ciudadanos, y muy necesario tras un año tan duro. Pero conviene tomar decisiones que no supongan dar un paso atrás en la lucha contra el covid y no caer en errores que se puedan pagar caro posteriormente. Por eso, las comunidades autónomas y el Ministerio de Sanidad deben consensuar una posición común, aparcar las discrepancias y buscar una decisión igual para todas. En este sentido, el presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, intenta hacer un frente con las comunidades fronterizas, entre ellas Aragón, para que no se levante el confinamiento perimetral autonómico y, por tanto, no haya movilidad entre comunidades. Aragón de momento no se ha pronunciado, pero no ve mal la propuesta. El ministerio también propone un cerrojazo para esos días. En cualquier caso, las comunidades y el ministerio se han dado más días para explorar un acuerdo conjunto, complicado ante la negativa de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a cerrar su región.

Como ha sucedido en otras ocasiones, ningún Ejecutivo quiere tomar medidas impopulares o prefiere que sea otro que las tome por él, pero la responsabilidad en este momento es trascendental. Merece la pena un esfuerzo esos días festivos para que no se incremente la movilidad, porque podría ser uno de los últimos y permitiría tener un verano con muchísimas menos restricciones. No se pueden dar fasos en falso en un momento crucial.