Según parece, todavía quedaban algunas almas cándidas y bienpensadas que creían que el señor Aznar iba a entonar el "mea culpa" y pedir perdón por su ineficaz gestión tras los atentados del 11 de marzo en Madrid. Se equivocaban. En su comparecencia del pasado lunes ante la comisión del Congreso, el expresidente se dedicó a echar balones fuera, a autoexculparse de cualquier responsabilidad y a afirmar que la manipulación de algunos partidos y medios de comunicación fueron la causa de la derrota del PP en las urnas. Acusando veladamente a todos de todo, eso sí, sin citar nombres, signo de la cobardía que siempre le ha caracterizado, el señor Aznar no aportó un solo dato nuevo, no asumió ninguna responsabilidad y dejó en el aire la impresión de que su gobierno fue blanco de una gran conspiración para derribarlo. Los votantes españoles, sean del PP o no, deberían sentirse ofendidos por semejantes declaraciones. El PP ganó dos elecciones consecutivas, la segunda por mayoría absoluta, empleando los medios habituales entre la clase política: descalificación sistemática del adversario, utilización de todos los recursos a su alcance y el aprovechamiento de los errores del contrario. El PSOE hizo algo similar para volver a ganar en el 2004. Pero el señor Aznar ignora algo básico en las reglas de la democracia: que al final, la palabra y la decisión, la tienen los ciudadanos. No estaría de más que alguien en el PP se lo recordara de vez en cuando a su expresidente, más que nada para que no siguiera haciendo el ridículo.

*Profesor de Universidad y escritor