Ha pasado casi una semana y aún desconocemos si los responsables de Interior sabían o no que varias bandas de ultras habían quedado en Madrid un domingo para matarse a golpes. Los de Madrid se citaron por wasap y los de A Coruña viajaron en los autobuses que suelen usar. Aun así, nadie sabía nada. La misma Liga de Fútbol Profesional que no ha movido un dedo para acabar con la violencia en los estadios porque está muy ocupada contando sus beneficios y los mismos presidentes que han empleado a sus ultras para controlar a la afición anuncian ahora las mismas grandes medidas de siempre que anunciaron la última vez y destituyen al expresidente del Deportivo Lendoiro por ir a un entierro. El ministro Jorge Fernández Díaz culpa a los clubs. El Atlético de Madrid endosa la responsabilidad al Deportivo. Cristina Cifuentes dice que el delegado del Gobierno en Galicia no informó, y en general la prensa de Madrid presume que todo se hizo muy mal en provincias y de maravilla en la capital, como siempre ha sucedido en la historia de España. Cuando Cifuentes haga un alto en su campaña electoral permanente nos gustaría saber si el delegado del Gobierno en Galicia miente cuando sostiene que dio aviso. Cuando el piadoso Fernández Díaz tenga un momento libre en su lucha incansable contra independentistas, separatistas, abortistas e indignados en general, todos le quedaríamos muy agradecidos si nos explicase si la policía de A Coruña miente cuando denuncia públicamente que remitió la alerta de peligro el jueves por la tarde. A ver si por una vez, o por el amor de Dios, alguien en el Gobierno hace su trabajo en vez de contarnos a los demás lo mal que lo hacemos todo. Politólogo