Pocas cosas hay más reconfortantes que sentir que algo es justo. Ver a nuestros mayores recuperar cierta normalidad, después de lo que han padecido este último año, es precisamente eso. A aquellos que viven en residencias, el coronavirus les arrebató paseos, visitas, salidas, la vida. Les aisló de su entorno familiar, les cambió costumbres, les obligó a mantener cuarentenas. Les impidió despedirse de sus compañeros de sobremesa.

Asistir ahora al reencuentro con sus hijos y nietos genera muchos sentimientos pero, sobre todo, alegría. Toda la que no han podido demostrarse este tiempo. Observarles charlar, contarse anécdotas, intercambiar miradas y sonrisas e, incluso, quedarse en silencio en algún momento, reconcilia a uno con el mundo. Aunque sea con mascarilla y sin abrazos.

Y llegan a hoy sanos, ilusionados y con ganas de seguir adelante porque no han estado solos. Cientos de trabajadores les han cuidado, entretenido y llenado el vacío que la pandemia ha dejado. Se han encerrado con ellos cuando ha hecho falta para blindarse frente al virus, aunque el esfuerzo no siempre se haya visto recompensado. No ha sido como en las películas. En muchos casos, no han ganado los buenos.

Ellos, los mayores y los trabajadores de las residencias, son los primeros en estar inmunizados contra la covid-19. El avance de la vacunación está permitiendo comprobar, además, que las vacunas no solo protegen de los efectos de la enfermedad sino que también frenan los contagios. Apenas se han registrado brotes en estos centros una vez recibidas las dos dosis de Pfizer y Moderna. La misma conclusión sacan en países como Israel o Gran Bretaña.

Igualmente resulta esperanzador que, pese a las dificultades, las vacunas vayan llegando a más colectivos: sanitarios, grandes dependientes, enfermos crónicos... No con la velocidad que todos desearíamos pero sí sabiendo que, las que recibimos, van directas al brazo de los que más han sufrido y menos se han quejado. Ojalá hubiera dosis suficientes para inmunizar cuanto antes a todos. Según Sanidad, iremos recepcionando viales hasta alcanzar en abril una velocidad de crucero. Será entonces cuando coincidan en los centros de salud inyecciones de Pfizer, Moderna, Astrazeneca y Janssen. De esta última, además, solo será necesario un pinchazo para protegernos contra la Covid-19, por lo que el ritmo de vacunación se agilizará lo suficiente como para tener al 70% de la población inmunizada la tercera semana de agosto, según ha explicado la consejera de Sanidad. Esperemos que puedan cumplirlo. Solo así sentiremos que tras la impotencia, la tristeza y la desesperanza llega, por fin, la justicia.