Con frecuencia y desde diversos ángulos y sensibilidades, se recuerdan los complicados momentos de la Transición, en los que previo al periodo constituyente, y la elaboración y aprobación de la Carta Magna en 1978, se consensuaron entre todas las fuerzas políticas y sus líderes, los Pactos de la Moncloa, expresión generosa de pragmátismo, espíritu de concordia y reconciliación, así como apuesta por un futuro de convivencia, paz, sentido social, libertad y progreso.

Se supero el 23-F, y en las elecciones generales de octubre de 1982, los 202 diputados conseguidos por el PSOE, bajo el liderazgo de Felipe González, permitieron que nuestro país se integrase en la vía de la normalidad europea y las instituciones supranacionales de Occidente, UE, y OTAN.

Una sabia (para mí) reflexión y decisión del PSOE, condujo a renunciar al marxismo (salvo como método de análisis) y viró a la socialdemocracia, como actitud y programa político. Sensibilidad que conjuntamente y alternativamente con los partidos conservadores europeos, y el humanismo cristiano, han permitido desde 1945 una epoca de paz, libertad, democracia, progreso y bienestar, (sin comparación en la Historia), en nuestro continente.

A finales de los 80, y derivado de esta situación y la coincidencia en el tiempo de Gorbachov y Juan Pablo II, se produjo la caída del Muro de Berlín, así como de los sistemas comunistas de los países del Este, con las férreas dictaduras que desde Stalin y Yalta, tiranizaban a todos y sus ciudadanías, y fueran evolucionando hacia sistemas participativos y democráticos, consiguiendo la añorada libertad.

Toda síntesis adolece del riesgo de la simplificación, (que asumo en este preámbulo),.. y así ha sido en las tres ultimas décadas, en el escenario supranacional europeo y occidental, crisis económica del 2008, con los crecimientos de poder y económicos de China, USA y Rusia, sincrónicos a la injusta situación de los países y ciudadanos del Tercer Mundo, África y Latino América, inmersos en parámetros de miseria, pobreza y marginación, cada vez mas críticos y sin horizonte de evolución.

Hasta que nos llegó el covid-19.

Pueden ilustrarnos, hoy y ahora, unas declaraciones recientes y muy significativas de la primatóloga Jane Goodall, que a sus 86 lúcidos años, después de haber pasado tres décadas en el Parque Nacional Gombe Stream de Tanzania, logrando convivir con los chimpancés, que tienen un 98,6% de ADN similar al nuestro, expresa con tristeza y dolor que la especie humana y nuestra capacidad de «depredación», muestra la relación enfermiza que tenemos con el mundo natural, al que no respetamos y ponemos en riesgo su supervivencia.

Nuestra voracidad y crueldad, añade, con el mundo animal, y en resumen con la Naturaleza, (destrucción de bosques tropicales y hábitats seculares de muchas especies animales), obligan a desplazarse a estas, y virus y germénes que convivían con ellos, al experimentar estos cambios y agresiones, a reaccionar mutando y convirtiéndose en patógenos para la especie humana, (en lo que se conoce como zoonosis), que pueden desencadenar epidemias, y como ahora ocurre en el planeta, pandemias.

Coincide Jane con Greta Thunberg, y lo expresaron recientemente en Davos, en asociar la salud del planeta Tierra y sus habitantes, con la preservación del medio ambiente.

USA, China y Rusia, en su voracidad «materialista-imperialista» no lo creen.

Pero en las concreciones de este cuatrimestre, los meses de confinamiento y restricción de viajes, y disminución de las emisiones de monóxido de carbono, y de los gases de combustión de los combustibles fósiles, han disminuido en el planeta, incluido nuestro país, la contaminación y mejorado la claridad de nuestros cielos.

Volviendo al Congreso de los Diputados, y la sesión parlamentaria del 20 de mayo, y el debate de la quinta prorroga del estado de alarma, voces, medios y personas mas autorizadas en el análisis político, se han expresado y definido.

Me limito, en mi condición de Médico (reconocido con la Encomienda de la Orden Civil de Sanidad, por el sentido social de mi trabajo en el Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, y en la Cátedra de Urología de la Universidad de Zaragoza), a expresar mi tristeza e indignación a lo vivido «sanitaria», y derivadas sociales y económicas de los últimos meses.

Ausencia de solidez científica del doctor Fernando Simón, director del centro de Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, cuando «patéticamente» reconoce, que desde el día 21 de mayo son obligatorias las mascarillas, pero cuando hubiesen sido de verdad, útiles y eficaces, fue en el comienzo de la pandemia en marzo, pero no había existencias...

Ni equipos de protección individual, ni respiradores, por la imprevisión del ministerio y del Gobierno.

Para el ciudadano con sentido cívico y social... recordando el espíritu de los Pactos de la Moncloa, lo vivido, escuchado y leído, del día 20, así como el pacto espureo y opaco de Sánchez, Iglesias y Otegui, la víspera, me lleva, simplemente a la carencia de ética en el mercadeo de Bildu, ERC, PNV, PDeCat, fuera y lejos del sentido de Estado, que exige el momento, los principios y la ética.

Como dijo un gran español, médico y humanista, don Gregorio Marañón, ser «liberal» es aceptar que otras personas discrepen de nuestro pensamiento, y sobre todo, mensaje a Pedro Sanchez, Adriana Lastra, Pablo Iglesias y Arnaldo Otegui, «el fin no justifica los medios».

Nada más ni nada menos,

*Catedratico de la Universidad de Zaragoza. (Jubilado).