Buscar modos y maneras para afrontar mejor las dificultades durante el tiempo de esta pandemia, es un signo de supervivencia. Una de esas formas es el humor con sentido o sin sentido pero consentido. Practicarlo es una de las cosas más saludables que puede hacer el ser humano. Es la mejor terapia para alejar los malos humos que trastornan el entendimiento racional. Históricamente han sobresalido célebres cómicos, grandes actores de la risa capaces de enseñarnos, a través del cine o del teatro, el lado optimista de la vida, el saber parodiar lo que nos preocupa y lo que los demás dramatizan, ayudando a relajar los tensos músculos que acumulamos a diario, nos asegura una autoprotección muy recomendable para sobrellevar las dificultades añadidas. Festivales como el de Zaragoza Comedy son necesarios para que no se pierda la inercia de la comicidad.

La práctica del humor, a través de su desarrollo en el tiempo, es la historia de la humanidad. Desde la antigua Grecia hasta nuestros días nos ha dado a conocer las diferentes maneras o géneros de presentarlo. Destacaría aquellas que apelan a la inconsciente intuición, al entendimiento sutil como es la ironía o el sarcasmo, sean estos a través de diálogos expuestos o bien incluidos en obras artísticas de diferentes disciplinas.

El humor siempre ha sido una herramienta difícil de controlar por el poder establecido, por lo que siempre es observado con cierto recelo por aquellos que son susceptibles de ser parodiados, ridiculizados o denunciados, porque el humor se queda para ser recordado, más que un comentario en las noticias o una crítica del momento. Por su eficacia de transmisión, históricamente ha sido censurado, incluso maniatado, por ello el humor ha permanecido haciendo quiebros para poder sobrevivir y, como es algo inherente al ser humano además de ser un medio de comunicación eficaz, permanecerá como mosca cojonera mal que les pese a los autoritarios o a los anticonstitucionales.

La libertad de expresión en nuestro país tiene un bagaje de mutilada tradición y mira que han pasado siglos, pues a día de hoy aún no se sabe muy bien discernir este concepto, creo que es una cuestión de acomplejamiento histórico que nos impide saber la lógica de su entendimiento. Por eso seguimos viendo a individuos como Pablo Hasél defendiendo la libertad de expresión basada en la exaltación del terrorismo, o al portavoz de UP Pablo Echenique apoyando una libertad mal entendida, y seguirá así porque existen componentes ideológicos y culturales que se manejan al antojo de quienes se posicionan en teorías torticeras y contradictorias.

José Martí venía a decir que las filosofías, los sistemas políticos atan, enfajan y el hombre es ya para toda la vida un caballo embridado. Yo lo tendría claro si valorase, como lo están haciendo muchos librepensadores, sobre lo que es la libertad de expresión y lo que no lo es. Poniendo ejemplos de acciones, lo más seguro es que no hubiera un acuerdo general, por lo que me voy hacia el humor y dibujo a Echenique dentro de una litera con ventanas y portezuela llevada por porteadores antifascistas camino del Palacio de Congresos.