Arriola expuso los datos a Rajoy: si retiramos la ley del aborto perderemos 250.000 votos, si la mantenemos más de un millón. Rajoy no lo dudó y decidió sacrificar el apoyo del núcleo duro de la derecha para asegurarse el del centro, reconquistado en las elecciones que le dieron mayoría absoluta. Y ahora toca flipar, porque para garantizarse este voto Rajoy ha sacrificado también a Ruiz-Gallardón, que fue su fichaje estrella en 2008 con el fin de arrebatarle al PSOE ese espacio ideológico, aunque para ello tuviera que defenestrar a María San Gil, Ortega Lara, Vidal Cuadras, etc... El entonces alcalde de Madrid tenía un encanto que no se podía aguantar, y se convirtió en uno de los activos más importantes del PP no solo porque los sindicatos le aceptaban y buena parte del centroizquierda lo respetaba, sino porque un inmenso colectivo social lo adoraba desde que se puso a casar a destajo a parejas gais. Y así, con ese artificio de progre estupendo, se liberó de la fama de fachardón que le colgó su propio padre cuando públicamente dijo: "Si yo soy de derechas, esperar a conocer a mi hijo". Una vez recompensado con la cartera de Justicia el progre estupendo no tardó en mostrar su verdadero perfil soliviantando a jueces y abogados con una reforma judicial que era todo un retroceso, y a la sociedad en general cuando indultó a un conductor kamikaze. Definitivamente se quedó en pelotas con su ley del aborto defendiendo que el embrión es vida pero que deja de serlo cuando es fruto de una violación.

Periodista