La nueva novela negra española está deparando nombres de mucho interés, presente y futuro.

Uno de ellos es, sin duda, Alexis Ravelo.

Canario de nacimiento y vocación, Ravelo ha encadenado en los últimos años una serie de títulos muy celebrados, como La estrategia del pequinés o Las flores no sangran, que le han reportado la confianza de numerosos lectores y el respeto de los veteranos del género,

Ravelo acaba de regresar a las librerías españolas bien acompañado. De una mano, por una editorial comprometida con la joven novela negra española, Al revés, Por otro, con el apoyo de Eladio Monroy, el investigador ideado por Ravelo para solucionar los complejos casos de cada una de sus novelas. Que, en la serie de Monroy, suman ya cinco. Siendo la que acabo de leer, El peor de los tiempos la más reciente, la última de ellas.

Como hilo argumental, el autor plantea una situación clásica en la tradición policíaca, la búsqueda de una mujer desaparecida de la que se tienen muy pocas pistas y demasiadas dudas. Su búsqueda llevará a Monroy, además de a situaciones comprometidas, a lugares insospechados, muy alejados de los plácidos y veraniegos clichés de unas islas Canarias que en las páginas de El peor de los tiempos se ven de otra manera.

Ravelo, exhaustivo conocedor del archipiélago, de la ciudad de Palma, sobre todo, donde transcurren buena parte de sus historias, agregará a la fórmula convencional del planteamiento del misterio, su peripecia investigadora y ese inesperado desenlace consustancial al género una variada riqueza en forma de personajes y temas. Los conflictos de la sociedad actual no sólo no serán ajenos al soporte creativo, artístico de la trama, sino que, sin ellos, no habría ficción, no habría novela.

Esa carga de realidad, el paro, el comercio sexual, los abusos laborales, los malos tratos, la soledad y la miseria de tantos perdedores se entretejen con las investigaciones de Monroy y con sus propias relaciones y problemas personales, amalgamando páginas, capítulos tan entretenidos como sólidos, un edificio de palabras bien construido, con fuertes vigas para sostener los enigmas y un ritmo vivo para ascender con rapidez los niveles de dificultad que el guion irá planteando.

Un buen trabajo, muy profesional, y una excelente aportación al género.