Las carreteras aragonesas han registrado un preocupante incremento de la siniestralidad que requiere reflexión y respuestas. Se ha roto la tendencia a la baja del último lustro y solo en los primeros cien días del año han fallecido 19 personas en accidentes de tráfico, muy por encima de los tres del 2013. La reflexión debe dirigirse necesariamente a los conductores y las respuestas, a la Administración. Las últimas campañas de concienciación, unidas a las medidas de control y a la modernización de las infraestructuras, consiguieron unos efectos muy positivos. Ahora bien, la estadística pone de manifiesto que aún queda mucho camino por recorrer. Sobre todo en carreteras que acumulan gran parte de los siniestros, como la N-II entre Alfajarín y Fraga, fatídica para el tráfico en Aragón, como se demuestra con los 5 muertos de este año. Junto al tramo sin desdoblar de la N-232 son dos vías que necesitan respuesta inmediata, más allá de la liberación de peajes o la limitación de velocidad o de adelantamientos. Los conductores deben mantener máxima atención, igual que la crisis no puede ser excusa para no eliminar puntos negros.