En un reciente viaje al Levante, Mariano Rajoy, hizo la consabida defensa del trasvase del Ebro y presumió de su alarde de valor para decir en Aragón lo mismo que decía en Valencia. El valor se le suponía, así que ayer en vista de que no hacía ninguna mención al trasvase fue sometido por los periodistas zaragozanos a un tercer grado. Pero fue en vano. El candidato del PP se limitó a hacer unas interesantes promesas en materia sanitaria que ya contempla el Gobierno de Aragón, aunque a decir verdad las de Rajoy son más interesantes porque tienen mayor cobertura. El problema es que no explicó como se pagarán, de manera que el ofrecimiento quedó algo deslucido. Una vez desgranado el programa electoral, Rajoy se negó a hablar de otra cosa que pudiera ensombrecer lo prometido, por ejemplo alguna destemplanza en torno al trasvase. No dijo nada, ni a favor ni en contra, probablemente porque es más valiente de lo que presume.