Tengo estos días en la Semana Negra de Gijón un encuentro con Simon Scarrow, autor muy conocido por los lectores de novela histórica, no en vano ha firmado títulos memorables y profundizado en las vidas hasta cierto punto paralelas de Napoleón y Wellington, que Scarrow ha novelado desde su sólida base de historiador profesional.

Sin embargo, no hablaremos con él de períodos y personajes del pasado, sino de la rabiosa actualidad de los temas que trata en su nueva y muy negra novela, titulalada Jugando con la muerte y editada por el sello Edhasa.

Como canónico que sigue siendo en los géneros, a pesar de estrenarse en el policíaco, o precisamente por eso, Scarrow ha creado un protagonista de ficción, la agente del FBI Rosa Blake. Una mujer real, de carne y hueso, pero que va a tener que enfrentarse a un criminal inhumano en la crueldad de sus asesinatos, cometidos al amparo de esas zonas oscuras de la Red bautizadas como deep dark que tanto juego han dado desde aquella pionera Tesis de Amenábar y sus scary movies.

En un siniestro juego de iniciados en los secretos de la informática y del crimen se reunirán lógicamente todas las características del serial killer, con sus derivaciones de falsos sospechosos e imitadores.

Scarrow adorna la trama con un elenco de personajes inspirados en los milagrosos millonarios de Silicon Valley. Uno de los cuales está trabajando en el Skin, una especie de traje cibernético que, una vez puesto, reproduce realidades virtuales con tal efectismo que sus sensaciones, emociones, vivencias, llegan incluso a superar las provocadas por esas mismas realidades extremas: lanzamiento de paracaídas, catástrofes naturales, experiencias sexuales más allá de los límites convencionales... O de las fronteras éticas, porque tampoco aquí, en el código moral de estas empresas, habrá en principio obstáculos para llevar adelante cualquier tipo de investigación o producto susceptible de triunfar en los mercados comerciales.

Los planteamientos éticos de las consecuencias de la realidad virtual enlazarán con otras cuestiones de fondo que Scarrow ataca también, y sin eufemismos ni tapujos, en Jugando con la muerte: en especial, el grado de honestidad o corrupción en la política norteamericana.

Un thriller moderno para disfrutar y reflexionar.