La cancelación de las Fiestas del Pilar y su correspondiente ausencia de alternativas, contrapartidas o compensaciones están llevando a muchos ciudadanos a preguntarse si detrás de las no fiestas habrá una no política.

La evidente falta de previsión, de dirección, con respecto al combate contra la pandemia viene poniendo de manifiesto las limitaciones y carencias de la clase dirigente. Las grandes crisis exigen grandes políticos, pero, ¿se ve alguno?

No solo los cargos que ocupan los despachos institucionales, también los llamados «poderes fácticos» y toda una gama de representantes públicos vienen compartiendo una alarmante parálisis frente a la expansión del virus y sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas.

Ya no es que se gobierne sistemáticamente desde la restricción, por selectiva que ésta sea; es que tampoco desde la oposición se presentan iniciativas o alternativas a las limitaciones de actividades, movimientos, libertades... El bajo y contradictorio tono de las voces institucionales y el silencio administrativo están sembrando el caos en algunas Comunidades, como la madrileña, y la incertidumbre y el descontento en otras, como la aragonesa.

¿Solución? La cancelación de eventos, el cierre de comercios y empresas, el aumento del paro y de las deudas de las administraciones públicas no se van a resolver mágicamente con un milagro de la Virgen del Pilar, a la que tampoco dejan salir a la calle, ni con todos esos millones que Europa ha prometido a Pedro Sánchez, pero de los que solo han llegado buenas palabras. Monopolizados por el terror al virus, los debates parlamentarios en busca de soluciones ya no son tales, sino una agotadora serie de argumentos arrojadizos entre adversarios políticos que opinan y actúan de distinta manera. En cuanto a las opiniones científicas, la difusión y aplicación de las mismas viene dependiendo de su grado de concordancia o discrepancia con la línea oficial. Según el diagnóstico que emitan (hay muchos médicos en desacuerdo), el poder les traslada consulta o les receta placebo.

Así las cosas, la no vida, ¿qué hacer? ¿Cómo reencontrar la acción, la ilusión, la esperanza frente a las no fiestas, frente a esta nueva anormalidad?