Lo decía ayer con claridad en EL PERIÓDICO una víctima de violencia de género: «La condena se la pusieron a él, pero el brazalete me tiene esclavizada». Y es que cualquier fallo del sistema supone para la víctima un sinvivir. una angustia que le devuelve al recuerdo -si alguna vez lo ha podido llegar a olvidar- que el peligro sigue ahí fuera acechandola en su entorno y avisándole de que aún puede volver a ser víctima de su expareja. Jueces, policías y mujeres reclaman que de modifique y se mejore el sistema de protección. No es de recibo que la víctima sea alertada de que su agresor está cerca, poniéndole el corazón en un puño, cuando solo se trata de un error del aparato. Así, es la mujer quien sigue sufriendo.