Siempre se valora y se quiere lo que no se tiene y en fines de semana como este, muchos serán los aragoneses y españoles que echarán de menos esas relaciones sociales y esos hábitos en las calles, en los escenarios, o en los establecimientos que tanto mantenemos habitualmente unos con otros. Eso es vivir y eso es lo que tenemos que poner en valor en momentos como este. Lo que ahora empieza es un estado de guerra (contra el dichoso virus) que la inmensa mayoría de los ciudadanos no han conocido en su vida por lo que solo cabe unirnos, actuar todos en bloque, respetar las decisiones de los gobiernos y las recomendaciones de las autoridades sanitarias y ejecutar la palabra de moda: confinamiento. Todos en bloque, ganaremos esta batalla. La de la supervivencia. Y tiempo habrá después, cuando ya volvamos a los bares, a los parques y al fútbol, de analizar, reprochar y castigar, si es precioso, a quien haya actuado mal.

Lo primero es pues, concienciarse de que la situación es grave. Dijo el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que el coronavirus podría afectar al final a unas 10.000 personas. La cancillera Angela Merkel habló de que hasta el 70% de los alemanes se contagiarán y en EEUU se dice que un millón de personas pueden llegar a morir. Es evidente, pues, que hay una grave situación y que por lo tanto no se debe colapsar el sistema sanitario español. Para ello, lo ideal es que no haya más contagios en los próximos días. Lo peor del mundo en estos momentos son las urgencias hospitalarias, por eso se recomienda no acudir a ellas bajo ningún concepto. Va a morir mucha gente, pero que no sea por ser unos inconscientes. Allí donde se junta mucha gente no hay que ir. No hay problema de abastecimiento, hay que evitar las distancias cortas, y que los niños y los más ancianos salgan lo justo a la calle. Y todo porque ningún sistema sanitario en el mundo está preparado para atender tantos casos graves de alteraciones de la salud durante tan poco tiempo.

Da la impresión que ayer por la tarde empezó la masiva concienciación y las calles de Zaragoza, igual que las de la mayoría de las grandes ciudades, estaban muertas y con todos los establecimientos cerrados. Es lo que hay que hacer. Toca una movilización social como la que se ha vivido en Italia. Puede que allí también empezaran tarde, pero España tiene una ventaja, y es que puede tomar nota de lo que se ha hecho en ese Estado europeo. Aunque nuestro país fuera tarde, va un par de semanas por delante de lo que hicieron los italianos y eso supone miles de vidas ganadas y miles de infecciosos menos.

Hay que ser conscientes de que no se podrá evitar que si el virus está en una casa pueda pasar de un familiar a otro, o que se lleve al supermercado o dónde sea, pero siempre será mucho menos el daño que si viajara de persona en persona sin control y sin ninguna precaución. La gravedad es alta y hay que tomarse en serio una situación que, una vez que pase, conllevará unas fatales consecuencias, básicamente en la economía de nuestro país y por lo tanto de muchos españoles.

Este esfuerzo colectivo que se está empezando a ver con esa campaña de Quédate en casa sería deseable que no se tiñera por la mala sintonía de los políticos. Hasta ahora, el Gobierno central y las comunidades autónomas han demostrado ir a la par desde que se inició la lucha contra el coronavirus. La declaración del estado de alarma no debe provocar ninguna conclusión errónea. No puede verse este hecho como una forma de suprimir el poder autonómico (en Cataluña y Euskadi ya hay quien ha hablado de un «155 camuflado»). La videoconferencia que esta mañana celebrará Sánchez con los presidentes de comunidades debe ser un ejemplo de suma, nunca de resta. El poder central debe tener una perfecta coordinación con el autonómico, porque no hay que olvidar que las competencias sanitarias corresponden a las comunidades españolas y esta es la base de la crisis.

Pero además, quien sabe si después del coronavirus sale un nuevo país e incluso vemos reconciliaciones políticas. Las últimas actuaciones del alcalde de Madrid, el popular José Luis Martínez Almeida, separándose incluso de las opiniones de su partido o las declaraciones de la flamante líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que se ofrece para aprobar los Presupuestos del Estado son un ejemplo de que España (y Aragón) no será la misma después de esta grave situación. Serán retos nuevos que también deberíamos de hacerlos en bloque, como se está actuando desde este fin de semana. Todo es nuevo y todos tenemos una responsabilidad.

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