Se pasa la tarde de marzo, se va el sábado hacia su cambio de hora y hablan los gobiernos mezclados, todos en funciones, los que salen y los que entran, pasado y futuro en un cruce de interinos. Entretanto, como que el país se ha relajado. Las elecciones han vaciado la olla hirviendo, para bien o para mal, ya se verá, a ver qué dice el Wall Street Journal el año que viene. Como que el país se ha relajado muchísimo. Aunque los que han perdido, como es normal, están resabiados. Es normal en ellos, que ya estaban resabiados cuando mandaban, aunque a ciertos niveles siempre se manda algo. Algo en alguna parte. Si ya estaban enfurruñados y echándonos la bronca cuando mandaban, cómo no nos la van a echar ahora, que han sido desalojados por las urnas, en un domingo cualquiera, en unas horas, grandeza absurda de la democracia, la misma grandeza que los puso arriba, millones de votos, y que los mantiene en un buen nivelazo, millones de votos, personas humanas, cada cual con sus manías, sus aficiones, sus ideas, hipotecas...

Nos vienen a echar la bronca esta vez porque hemos sido manipulados, una perversa conjura ha alterado el voto de varios millones de personas en la prórroga. El mismo desprecio que cuando mandaban, quizá por eso, el censo les ha dado puerta. El censo, que acaba de descubrir el SMS, móvil power.

El mismo ZP mira qué buen rollo plantea, mira qué humildad y que declaración de intenciones tan molona ha lanzado a sus jefazos, barones con mando en plaza y autonomía, severa advertencia de ZP a sus cuadros vencedores, sobriedad, no petulancia y prepotencia, buen rollo, escuchar al pueblo, que siempre tiene razón. Impresionante escolio. El gentío, ya se ve, no está para que lo ignoren, no se deja. Y si se deja manipular, manejar por turbias conjuras, pues también en eso está en sus cabales, grandeza y miseria del sistema, de la soberanía del censo, que un día se acuesta urdacimente y por la mañana se levanta republicano.

El gentío ha sido convocado durante estos años a decidir quién deja la casa, quién va a Eurovisión y cosas así. El cacharrito parecía sólo para bajarse canciones, siempre pagando, siempre bajo la presión polifónica de la publicidad intensiva. Lástima que este domingo no podamos cambiar el gobierno. Votar algo por el móvil, votar el cambio de hora.

*Periodista y escritor