Lo bueno de estas semanas cargadas es que no necesitamos a Bush & Kerry para tener algo de que hablar. Las noticias locales y autonómicas o viceversa son tan variadas y abundantes que obligan a los medios de icí a meter más páginas, más minutos, más talento... y a los usuarios más atención. Así da gusto ser periodista. No necesitamos hablar del imperio y sus elecciones, fantásticas por otra parte, para tener temas. Sobran, se apelotonan, no sabemos cómo ordenarlos, cómo relacionar unos con otros. Hay que espongiformizarse las meninges. Así da gusto. Las semanas vacías, semanas de archivo, se tenían que acabar. Ha habido demasiadas semanas de refritos, demasiados años/décadas en los que no pasaba nunca nada (y si pasaba, peor porque era el trasvase). Toda esta agitación, todo este barullo, tiene que significar algo. La misma polémica sobre los pisos del Portillo y las aspas del metro y/o tranvía es sensacional. No es una trifulca cualquiera, es un auténtico temazo, al fin hablamos del metro casi como si fuera La Romareda o la heráldica. ¡El metro! Hasta el mismo ministro Solbes, que no reacciona ni dándole con la aguja de ganchillo, tiene que estar ya un poco atento a lo que pasa en Aragón: hasta una senadora suya le importuna para que se explique en el Senado. Hasta el PSOE pregunta. Casi todo es inédito. Es verdad que la polémica de los pisos y los terrenos ferroviarios es un poco gratuita, que desprende un aire de vedettes y divismo, pues los temas se discuten y se pactan y se negocian hincando los codos sobre los putos mapas, las tres administraciones juntas, y se ha de pactar también el ritmo de presentaciones, pactar y compartir el glamour de las portadas. Pero si comparamos esta fruslería con las polémicas entre los popes de años y décadas pasadas, que debatían acerca de auténticas chorradas huecas, hemos avanzado una barbaridad. Por fin se habla del metro. Sale la estación de autobuses. El consejero Velasco da fechas: mayo, estación. Cuarteles para pisos. Viene la ministra de Cultura (que no se entere Solbes) y habla del Espacio Goya y del Patronato de la Corona de Aragón. Esta mujer apoya la Expo más que algunos de aquí: sus declaraciones insuflan más entusiasmo que la campaña de agorerismo institucional local que lleva ya varias semanas inyectando pesimismo poco argumentado.

*Escritor y periodista