La pantalla de teléfono móvil se ilumina. Entra un mensaje. En verde quedan marcados los de él. En color gris los de ella. El contenido es de alto voltaje. En lo político y en otros territorios. Se mezclan las amenazas con las acusaciones personales. No es la vida real. Es una de las escenas de una de las series norteamericanas más conocidas de los últimos meses, House of cards. Su protagonista Frank Underwood (Kevin Spacey) gira en muchas ocasiones la pantalla de su móvil hacia el espectador para permitirnos medir su grado de maldad, cinismo y sinceridad. Muy alto en los tres casos. En El Diario y en este mismo periódico hemos podido leer los mensajes que Jorge Moragas, el jefe de gabinete de Mariano Rajoy, enviaba a la ex novia del hijo de Jordi Pujol (asunto que desde luego no resta importancia a la gravedad de las acusaciones que pesan sobre la familia Pujol). Y meses atrás los del presidente de Gobierno a su ex tesorero Bárcenas, los ya famosos "Luis, sé fuerte". Hemos leído también los correos electrónicos de José Zaragoza, del PSC, en los que daba el O.K al espionaje del alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, del PP. ¿Cómo será lo que no vemos y no oímos? Las escenas de la política española podrían haber sido escritas por un guionista aunque, la verdad, me cuesta ver a Frank Underwood escribiendo aquello de "hacer un monumento a tu cuerpo" en su teléfono móvil. Siguiendo con el asunto de la sustitución de la ficción por la realidad... El otro día tuve la oportunidad de ver una obra de teatro muy recomendable: Feelgood. Es la adaptación para España que ha hecho la compañía Entrama2 del texto del británico Alistair Beaton. En ella se muestra la falta de escrúpulos de la política cuando el único objetivo es conservar el poder. El broche al magnífico reparto lo pone el maestro Carlos Hipólito que interpreta a un presidente de gobierno en pleno discurso en el congreso de su partido. Elijan cualquier nombre. Elijan cualquier partido: "Esto forma parte también de nuestra responsabilidad. Este gobierno nunca ha huido de sus responsabilidades. Pero todo esto lo hacemos con un espíritu de esperanza. Porque este es el partido de la esperanza. Este es el partido del cambio. Este es el partido del futuro". Ustedes deciden quién pronuncia estas palabras fuera del teatro, a quién se lo han escuchado en la vida real. Y ustedes deciden si se las creen. Si le preguntáramos a Frank Underwood seguramente nos respondería aquello de: "la democracia está sobrevalorada". Periodista