Hay que ver qué bien se llevan el PP, Ciudadanos y Vox en el Ayuntamiento de Zaragoza, qué buen rollo, o mejor, qué buen rodillo, qué sintonía, cuánta sonrisa, cuanta confianza mutua. Parecen gemelos univitelinos cuando se ponen a recortar en las políticas sociales como hacen siempre las derechas, porque lo llevan en su ADN. Son individualistas radicales que, traducido, quiere decir que cada cual se busque la vida y que el Estado cuanto más pequeño, mejor. Eso de redistribuir la riqueza y tener la igualdad como meta de la política, son delirios de la izquierda. Ahora, como gran descubrimiento para la política hablan de «sociedad hedonista» que es la suya, en la que ellos viven, pero que no es desde luego para todo el mundo. Porque ser hedonista, buscar el placer sensorial e inmediato, como por ejemplo acceder a una vivienda digna, encontrar un trabajo con el que poder vivir dignamente, tener acceso a unos servicios públicos de calidad o poder disfrutar de una pensión apropiada tras la jubilación, o que el Estado, los cuerpos de seguridad y el sistema judicial te defiendan y garanticen tus derechos aunque seas un simple currela, es puro hedonismo, una debilidad moral propia de la izquierda y de sus votantes. La derecha con su buen rollo y la izquierda a la greña, incapaz de ponerse de acuerdo para que gobierne el que más votos obtuvo, y con mucha diferencia. Los puros, la izquierda inmaculada, la que decide quien es de izquierda o no lo es como portadores únicos de las esencias, oscila entre satanizar y despreciar al PSOE a querer fusionarse en un Gobierno de coalición. En cuatro ocasiones se ha cerrado la puerta a la ilusión y la esperanza. Triste y pobre balance. ¿Hedonistas? masoquistas, diría yo.

*Profesor de universidad