El filósofo de la Universidad de Zaragoza Daniel Innenarity acaba de sumar a su notable lista de reconocimientos el premio Espasa de Ensayo, cuyo lúcido texto se distribuye por las librerías bajo el título de La sociedad invisible .

El autor nos advierte en el prólogo que este volumen constituye un intento de comprender la sociedad, el sentido e inteligibilidad del mundo actual, el de carne y hueso, el que nos ha tocado vivir.

En línea, por tanto, con las funciones primigenias de la filosofía, ciencia del conocimiento humano y epistemología causal de cada fenómeno relativo a nuestro comportamiento social o individual. Porque hoy, más que nunca, según opina Innerarity, habría que interrogarse por el tipo de sociedad que estamos creando, por los motores que la mueven, por las representaciones visibles de la política y los medios de comunicación, pero también por los ocultos poderes que manipulan la realidad, simplificándola, distrayéndola, en aras de su beneficio y desarrollo. El autor sostiene que vivimos en una sociedad que "en una medida más inquietante que en otras épocas menos perplejas acerca de sí mismas escapa a nuestra comprensión teórica y a nuestro control práctico".

Para Innerarity, la sociedad nos ofrece en la actualidad un aspecto de heterogeneidad, disenso, caos, desorden, diferencia, ambivalencia, fragmentación, dispersión. Una amalgama de incoherencias y parcialidades que produce falta de transparencia, incertidumbre e inseguridad. Sería el nuestro, en consecuencia, un mundo más cercano al caos que al orden.

El autor apela a Voltaire en una de sus máximas --"Hay que desconfiar de lo que se entiende con absoluta claridad tanto como de lo que no se entiende"-- para hablarnos de "la cultura de la simulación" y de la constitución informativa de los medios como ineludibles apriorísticos de nuestra percepción y posterior comportamiento. "La verdad --aconseja el filósofo-- hay que buscarla fuera de la unanimidad, el linchamiento y la adulación que gobiernan la opinión pública".

¿Cómo? Trabajando el intelectual un poco a la manera de un espía o detective, de alguien que se dedica a sospechar. "La falsedad fundamental es la evidencia", decía Chandler, a quien Innerarity parece haber leído a fondo.

Al igual que la ciencia forense, la filosofía encarnaría ahora un combate contra el engaño y la trivialidad. Y aquí, además de en Chandler, debemos apoyarnos en Adorno: "El mayor engaño es la normalidad, pues el lugar de la normalidad es precisamente el de la máxima sospecha".

El hombre, sospecha Innerarity, no sabe en última instancia lo que piensa, resultando todavía un misterio para sí mismo.

De ahí la mudabilidad, el constante cambio en la apariencia de sus manifestaciones colectivas, la ambigüedad y la duda. El hombre de hoy se agarra a lo que ve, a lo obvio, sin darse cuenta de que nuestro gran enemigo reside en la banalidad.

Hay otros, desde luego, pero permanecen ocultos bajo el manto de la sociedad invisible.

*Escritor y periodista