El periodo vacacional no ha sido como otros muchos, el modo de stand by ha estado cargado de incertidumbre por la preocupación de grandes problemas económicos y de salud. El considerable aumento del paro, con meses de retraso aún sin cobrar la prestación y las insuficientes ayudas a los trabajadores que están en ERTE, están poniendo a muchas familias en un estado de desesperación. El comienzo del curso escolar no se configura con una clara estructuración, no es fácil, desde luego, pero que los alumnos lleguen a clase espaciados según la edad, cuando hay familias con 2 o 3 hijos, puede supone esperar 20 minutos hasta que entre el tercero, lo que conlleva concentraciones de padres y alumnos en las puertas de los colegios. Si se contase con un mayor presupuesto para contratar a más profesorado, cabría la posibilidad de distribuir a todos alumnos entre la mañana y la tarde, consiguiendo mayor espacio entre ellos con una enseñanza presencial e igualitaria. El refuerzo en contratación de profesionales, tanto en la enseñanza como en sanidad, es imprescindible si queremos tener un servicio eficaz y eficiente frente a la pandemia, las propuestas que se van organizando no solucionan los propósitos que se pretenden.

Si además no se controla eficazmente la insurrección de algunos sectores en el incumplimiento de la normativa de prevención del covid-19 las consecuencias serán incapacitantes para intentar avanzar hacia soluciones necesarias. Si una ley o norma tiene holguras de interpretación, cabe el desorden por la incertidumbre, la arbitrariedad y la impunidad que genera, es lo que estamos viendo en este estado de pandemia. El grado de crecimiento de una sociedad se mide por el nivel de eficacia de las reglas, por su legitimidad social y por la seguridad que prestan. Una sociedad avanzada toma como norma la legalidad y como cultura su cumplimiento.

Nos informan que fumar propaga el maldito virus. Si nos apoyamos en la actual experiencia, la nueva prohibición de no fumar en la calle al menos que exista dos metros de distancia entre ciudadanos, contiene elementos de muy difícil cumplimiento, por lo que fumar debería darse en un espacio privado. En el año 2011 se aprobó la ley de prohibir fumar en los lugares cerrados, estaba muy clara, a día de hoy a nadie se le ocurre encender un cigarrillo en el asiento de un autobús o en la barra de un bar.

La profunda recesión económica que se ve aproximarse como una gran ola, empieza a mojarnos más allá de las rodillas. Recordamos la última crisis de 2008, en la que se perdió la estabilidad y entró la precariedad en el trabajo, con la consiguiente merma de nuestra calidad de vida, abriéndose una gran brecha social que aún no se ha recuperado.

La Historia nos recuerda que, principalmente, las causas de las revueltas y revoluciones se producen por las penurias y las malas condiciones de vida en las clases populares, entre tanto los más ricos, las grandes fortunas siguen creciendo, lo poderes económicos adiestran a nuestros dirigentes que aspiran a tener mayor hegemonía. Cuando falta el pan y la gente empieza a dormir en la calle porque no puede pagar el alquiler, los ciudadanos de a pie se echan a la calle hartos de mal vivir y no hay quien pare el impulso de supervivencia.