Hay un runrún en el ambiente que, por mucho que lo queramos ocultar, empieza a emerger con fuerza generando preocupación, y hasta temor, en la población. Quizá la Navidad lo destierre del foco por el trasiego emocional o quizá por la puerta a la esperanza abierta con la vacunación inminente. Pero hay un fantasma que empieza a alargar su sombra.

La nueva cepa, o mejor dicho variante, que ha despertado un nerviosismo en media Europa por la alerta de Reino Unido se parece al canto de sirena que China lanzó a principios del año 2020.

Una variante del coronavirus con un 70% más de facilidad en la transmisión ha obligado a romper conexiones aéreas con Reino Unido. Y como al principio de la pandemia, España ha tardado en actuar por intentar buscar una decisión conjunta con los miembros de la Unión Europea.

El retraso en la decisión vuelve a resultar insoportable. No ha habido aún ninguna decisión durante la pandemia adoptada por el Gobierno de España que haya sido capaz de anticiparse a lo que venía. Siempre tarde. Y casi siempre mal. Y desde luego, no hay variables económicas que soporten sobre el papel la importancia de preservar la garantía sanitaria de la población, ni aunque se cierre la conexión con el centro financiero del mundo.

El final del año 2020 es tan esperado como necesario. Pero los expertos comienza a alertar de una tercera ola después de la Navidad, que sería la quinta en Aragón, que podría ser tan letal como en el principio de la pandemia. Es evidente que solo con un comportamiento responsable por parte de la población se puede frenar, pero la contundencia en las medidas por parte de los gobernantes debería ser clara, precisa y sin medias tintas.

El retraso del Gobierno en cerrar los vuelos con Reino Unido es un síntoma de lo habitual en su ineficacia. Si la variante del coronavirus, o nueva cepa como es tildada mediáticamente, hubiera entrado en la península solo significaría que seguimos sin aprender nada.

España está sumida en el desconcierto autonómico en plena pandemia. Ni medidas consensuadas ni homologadas entre autonomías vecinas. Con esta situación poca conciencia social se puede infundir en una población harta de tanta incoherencia e incongruencia durante toda la pandemia.

Pero lo importante es la propaganda: del saldremos más fuertes a la vacunación está cerca. Ni una sola lección aprendida de tanto drama. Ni una sola reflexión de la muerte de más de decenas de miles de personas.