El pasado dia 21 de diciembre vivimos el solsticio de invierno, y día con más oscuridad o falta relativa de luz natural, de todo el año. A partir de esa fecha, y por la relación entre el Sol y la Tierra, vamos ganando un minuto de su impulso al amanecer y otro al atardecer hasta llegar al de verano, y las fiestas saturnales, alrededor del fuego y el tiempo de las cosechas, y celebrar la fertilidad de nuestro planeta.

Este año, el solsticio ha sido especialmente gris en su luminosidad, y triste en la sensitividad de los integrantes de la sociedad civil española, ante la preocupante situación políticosocial de nuestro país, y el inestable marco de convivencia entre la ciudadanía y la clase política que nos gobierna y representa(?). Así como entre ellos.

Casualmente, coincidí, con un colega, amigo y compañero de estudios y recordamos con nostalgia momentos, hechos y protagonistas significativos en nuestra historia reciente, en el periodo genéricamente recordado como Transición y legislatura constituyente hasta llegar de 1975 a 1978, a la aprobación de nuestra Carta Magna, como ejemplo planetario, de voluntad de concordia entre los españoles.

La debilidad del momento, la presión de las nacionalidades de la II República, la crueldad sanguinaria de ETA en esos años, y la extorsión por los privilegios feudales de los carlistas, hizo y permitió que con el sistema electoral aprobado, los partidos nacionalistas, en vez de ser ubicados en la Cámara territorial o Senado, viesen implementada su representación en el Congreso de los Diputados de forma desequilibrante y, en momentos, arbitral.

Jorge de Esteban, catedrático de Derecho Constitucional de la Complutense y persona con quien Felipe González compartió dudas y criterios en el periodo constituyente, recordaba hace pocos meses en El Mundo que no siguió su observación de que los partidos minoritarios de perfil territorial, regional o nacionalísticos estuviesen en el Senado, lo que les ha convertido desde 1993 en árbitros de la gobernanza. Error que seguimos pagando con PNV y Rufián y compañía...

Nuestro sistema electoral, el proporcional D’Hont, carece del sistema de equilibrios de la V República Francesa, con la segunda vuelta, que evita «la atomización que tiene España en esta legislatura». De difíciles acuerdos y abono de pactos espúreos.

Lo monolítico del margen de actuación que conceden las cúpulas de los partidos a sus diputados y miembros, es irrelevante ( de hecho no existe la libertad de voto). Democracias más antiguas como las de Estados Unidos o Reino Unido reconocen que cada diputado, además de formar parte de un partido político, tiene unas obligaciones con los electores de su circunscripción, a transmitir en el Parlamento y/o en la Cámara de Representantes y el Senado. También libertad para ejercerla. Recordemos la reciente caída de la premier Theresa May, por no recibir el apoyo de todos los conservadores en la negociación del brexit.

Así las cosas, y tras el cuaderno azul de Aznar en Menorca, se produjo en 2004 el 11-M y apareció ZP, que demostró en siete años sus limitaciones y errores, e inconsistencia intelectual y política. Hasta el final acortado de su segunda legislatura, no se enteró de la crisis económica hasta que lo llamó Obama. Y lo puso firme.Hizo cesiones y promesas al nacionalismo catalán sin medida, Pacto del Tinell, y asumió una reforma del Estatut que solo Maragall y Carod Rovira planteaban.

La llegada de Rajoy y el PP en el 2011 dio estabilidad y paz a la economía. En el terreno político, con las crisis del independentismo catalán y las extorsiones de los carlistas del PNV, su Gobierno fracasó y dejó una España peor en ese sentido de la que recibió, aunque saneó la economía y creó empleo. Cuando después de aprobar los Presupuestos con el fielato de vascos y catalanes, la expresión por un magistrado de la Gürtel, (de carencia y ausencia de fiabilidad en su testimonio) surgió la moción de censura orquestada por Pedro Sánchez, y lo llevaron, por la traición orquestada, a la pérdida de la confianza del Congreso de los Diputados y la responsabilidad de Gobierno.

Aunque brillante opositor de Registros, careció del regate en corto y la rapidez de reacción ante el problema. Si hubiese sido cirujano y se hubiera marchado de almuerzo y sobremesa al Club 31, el paciente con sangrado activo habría fallecido... Debió adelantarse con la dimisión, ceder la presidencia en funciones a su vicepresidenta y convocar elecciones por Soraya Sáenz de Santamaría, de modo inmediato. Se equivocó y así estamos ahora.

El pasado abril se perdió la gran opción de coalición de un PSOE socialdemócrata, con un Ciudadanos constitucionalista y liberal. Rivera se dejo seducir por los cantos de sirena de la Ilíada, y en el espejo, creyó que era el líder del centroderecha, rutilante y con futuro, y se estrelló.

Este final de año, con los acuerdos PSOE-Unidas Podemos y la sumisión de la soberanía nacional, a una cuadrilla de delincuentes, y forajidos, como Oriol Junqueras, Puigdemont, Quim Torra, y Rufián, y en un escenario de incertidumbres y dudas... pienso que la sociedad civil debería hacer un reconocimiento a lo que significaron personas como Suárez, Fraga, Carrillo, Camacho, Redondo, y en mayúsculas Felipe, Guerra, Solana, Pérez Rubalcaba, y otros a quienes debemos haber entrado en occidente y en la modernidad.

Los recuerdo al acostarme para no tener pesadillas con la ambición de los mediocres. Y además, perversos. H *Catedrático jubilado de la Universidad de Zaragoza