Tienen mucha razón los quince alcaldes de Huesca y Lérida que ayer se reunieron para reclamar soluciones que eviten la peligrosidad que ahora tiene la carretera N-230, un eje vital para dinamizar la economía aragonesa y leridana y que es de las más peligrosas del país. Hace falta un plan de seguridad, das las numerosas travesías y los camiones que circulan cada día. Pero no se necesitan agentes de tráfico que sancionen a los turismos locales. Eso solo es política recaudatoria, no seguridad.