Reinaldo Spitaletta en su artículo La globalización de la soledad, «Hoy, en la ya decadente posmodernidad, la soledad del hombre se agiganta. Se busca compañía en la engañosa virtualidad. Y una relación que se ha envilecido y vuelto insignificante, la amistad, se lleva a la máxima expresión del vacío en los 5.000 amigos que puedes tener en Facebook. El éxito del invento de Zuckerberg, el cual cuando creó el primer prototipo de plataforma además de informática estudiaba psicología, consiste en haber entendido necesidades humanas muy profundas, como la de no sentirse solo nunca (siempre hay alguien en el planeta que puede ser amigo tuyo) y vivir en un mundo virtual donde no hay dificultades ni riesgos (no hay discusiones, las rupturas son sencillas y pasan rápidamente al olvido, todo es infinitamente más soportable que en la vida real)», advertía Zygmunt Bauman. La soledad, que en otros ámbitos era una conquista para la creación y el pensamiento, en el capitalismo se tornó una mercancía más.

Aunque Zuckerberg hable de «conectar a la gente», Facebook es también una compañía publicitaria que brinda a sus clientes la herramienta más precisa conocida hasta ahora -junto con Google- para que sus anuncios lleguen a públicos determinados. Mientras nosotros observamos a los demás, Facebook nos observa y usa la información que le damos para ganar dinero vendiendo anuncios. Todo lo que hacemos en el sitio está registrado y sirve, también, para que cada vez dediquemos más tiempo a interactuar en la plataforma. El usuario promedio pasa una hora diaria en el sitio. Los dos mil millones de usuarios, implica 60.000 millones de horas por mes. Sus algoritmos muestran cuánto tiempo dedicamos a los diversos tipos de noticias y deciden, en milésimas de segundos, qué mostrarnos a cada uno. La decisión de mostrarnos lo que más nos gusta convierte la plataforma en un lugar en el que tendemos a leer la opinión de quienes piensan como nosotros, lo que perjudica el pluralismo ideológico. Nos conecta con mentes afines y hace que no cuestionemos la fuente ni la veracidad de lo que leemos, porque lo que leemos confirma nuestras opiniones Tampoco hay que olvidar a Umberto Eco cuando decía, refiriéndose a las redes sociales, que «el drama de internet es que ha promovido al bobo del pueblo como el portador de la verdad».

En los últimos tres meses de la campaña presidencial estadounidense, en Facebook las noticias falsas fueron más leídas que las de The New York Times, The Washington Post y NBC. Mas, no se puede demandar a Facebook, ya que no se hace responsable de sus contenidos. Los fabricamos nosotros y gratis. Los usuarios somos el producto que está en venta; le hacemos publicidad; sin sospecharlo, cada vez que ponemos «me gusta», hacemos clic en un enlace o escribimos algo. Por ello, Facebook gasta porcentualmente en publicidad mucho menos que otras grandes empresas. Nadie nos obliga. Nadie nos paga. Nos venden y nos compran cada día. Somos mercancía. La escritora argentina Mori Ponsowi en su artículo Cómo Facebook nos convierte en mercancía publicado en La Nación de Buenos Aires nos dice que el American Journal of Epidemiology ha publicado un estudio mostrando que a mayor tiempo en Facebook, menos felicidad y satisfacción en las actividades cotidianas. El comparar nuestras vidas con las imágenes seleccionadas de las de los demás puede erosionar la autoestima y despertar sentimientos de envidia y de inadaptación social. Midió el tiempo que 5.208 personas dedicaron a la red social en tres años y concluyó: Un 1% de aumento en clics de «me gusta» y «actualizaciones de estado» supuso una disminución del 5 al 8 % en bienestar y salud mental. Al no poder asimilar tanta información, padecemos sobreexcitación, impaciencia y falta de concentración.

Conviene no olvidar que las empresas tecnológicas las más capitalizadas del mundo, en cambio crean pocos empleos. Son también auténticas máquinas de fraude fiscal, lo que no impide que sus ejecutivos practiquen la filantropía. Aunque se autoproclaman garantes de la libertad de expresión, colaboran con dictaduras si eso les reporta beneficios económicos. Internet fue propiciado y desarrollado por investigaciones financiadas y dirigidas por el gobierno de USA -sufragadas por los impuestos de los ciudadanos- en las décadas posteriores a la II Guerra Mundial. Si se hubiera dejado el tema en manos del sector privado, es probable que internet no hubiera existido nunca. Zuckerberg. no es un genio, es tan solo un oportunista que supo aprovecharse del sistema capitalista. Deberíamos preguntarnos no cómo lo consiguió sino cómo está estructurado el capitalismo, qué funciona mal en él, para que un solo individuo alcance un nivel de riqueza superior a la de muchos países, mientras millones pasan hambre. Por mucho que los ricos aduzcan que lo son por sus propios méritos,la investigación moderna ha demostrado que una proporción muy grande de su riqueza es un superávit inmerecido, proveniente en su mayor parte de los avances tecnológicos creados por generaciones anteriores.

*Profesor de instituto