La política es una partida de ida y vuelta. De honores y capacidades notorias. O de venganzas y luchas cainitas. Es todo eso y mucho más. Pero lo que nunca debe perderse es el fin de la responsabilidad de un cargo político que emana de la elección por la ciudadanía.

Si eres el reclamo electoral de una idea fija que se traza en un proyecto político: sacrifícate hasta la extenuación para convencer con tu mensaje a todo aquel que anhela algo mejor. O representa a los que te valieron de esa oportunidad con el respeto más pulcro a su confianza.

Por eso no deja de ser innoble la última decisión política de Pilar Alegría. Y de tantos otros que le precedieron en el Ayuntamiento de Zaragoza, como la alcaldesa Luisa Fernanda Rudi. La candidata a la alcaldía del PSOE hace siete meses abandona el barco para lanzarse a la nueva responsabilidad de delegada del Gobierno, por encargo de Pedro Sánchez, y sin el conocimiento de su partido.

Es decir: o el cargo funciona acorde a mis intereses o me largo de un portazo. Y con ello deja de lado el compromiso de servicio a la ciudadania del cual uno prometió defender. Uno encara el cargo público para lo bueno y lo malo. Para lo deseado y lo menos apetecible.

Su decisión delata todo lo que se le ha criticado a Pilar Alegría en los últimos meses tras arrasar en las elecciones municipales. Tocó con los dedos la alcaldía, inició la legislatura descolocada en la oposición, no encontró su hueco entre el ruido que ejercía Alberto Cubero, ni entre el torbellino político del Gobierno de Jorge Azcón.

El poco conocimiento municipal de Pilar Alegría le ha pesado como una losa. No solo no se encontraba en una posición que nunca visualizó como alcaldable, sino que la oposición del ayuntamiento es un lugar tan desagradable que la preparación conlleva un sacrificio inmenso.

Lo que está por venir es el futuro de un grupo socialista huérfano. Con una perspectiva sombría por la carencia de peso político, sin un líder contundente que choque políticamente con los ultras de Vox que sustentan al gobierno. Y con una izquierda en la orilla del PSOE que busca emponzoñar los debates.

El ayuntamiento necesita una oposición socialista moderada, de acuerdo y con el realismo suficiente para entender que son una alternativa. Y que se lo crean. La huida de Pilar Alegría desmerece su victoria. Y labra un terreno político para que el gobierno de Jorge Azcón dure más allá de una legislatura.