El género de la novela histórica está plagado de convenciones y anacronismos. Resulta muy difícil creer que un autor contemporáneo sea capaz de meterse en la cabeza y en la piel de un César romano o de un artista del Renacimiento, a quienes hace hablar y pensar como nosotros, pero el lector, a falta de documentos o fuentes, lo acepta, como se rinde ante otros géneros fantásticos.

Éric Vuillard (14 de julio, Tusquets) ha intentado aportar otro recurso al género dando la voz al pueblo francés en la dorada y sangrienta página de su Revolución. Será la multitud quien nos cuente los motivos de su malestar y la mecánica del asalto, el 14 de julio de 1789, a la Bastilla. Vuillard intenta diluir el punto de vista en el corazón de esa muchedumbre, compuesto a su vez por docenas, cientos de miles de corazones marchando por las calles de París, asaltando las verjas de Versalles, acompañando a los condenados hacia la guillotina... Imitando remotamente a Victor Hugo, Vuillard consigue meternos entre esas filas de desharrapados, pícaros, artesanos, mujeres embarazadas, relojeros, sepultureros, bateleros, cordeleros, manos que rompen puertas, que cogen armas, picas, que buscan en los atrezzos de los teatros parisinos las falsas espadas de los actores para amenazar a los nobles y superar toda ficción con su actuación histórica... porque la Revolución, nos dice Vuilllard, fue verdad.

Pero, dejando aparte la novela histórica, ¿qué hay ahora mismo de verdad en las manifestaciones del pueblo? ¿Dónde ha quedado o se esconde el corazón de la multitud? ¿Qué novela podríamos escribir con el sentimiento del pueblo español y cómo interpretar ese impulso, si lo es, y si unánime fuera su ansia de reforma o de cambio? El hecho de que los españoles empiecen a hartarse de un sistema político cada vez menos representativo, parece claro. El hecho de que ese hartazgo podría derivar en la disolución de estructuras democráticas, es un riesgo a la vista. El hecho de que sobre el descontento popular podría triunfar la demagogia (Berlusconi, Trump, Salvini, Maduro...) es algo ya sucedido.

Estemos muy atentos a las opiniones y manifestaciones del pueblo, porque puede ser el próximo autor de la historia.