El fruto de la fusión entre FCA Fiat Chrysler y PSA Peugeot, Stellantis, ya es, desde el pasado lunes, el cuarto mayor fabricante de vehículos del planeta. Su nuevo CEO, el portugués Carlos Tavares, el tercer hombre más poderoso del sector, tras Akio Toyoda, presidente de Toyota, y Herbert Diess, de Volkswagen. Y la fábrica de automóviles de Figueruelas, en Zaragoza, una de las mejores posicionadas para ser referente de futuro. Pero la primera labor del ejecutivo será demostrar si, como aseguró en su primer discurso al frente del grupo, parafraseando a la Gestalt, «Stellantis es más que la suma de sus partes». Los analistas coinciden en señalar que el nuevo consorcio presenta un gran exceso de capacidad y se habla de que la nueva empresa podría producir al año 14 millones de vehículos. Y ahí, la histórica factoría de Opel España cuenta con ventaja. Tavares la conoce muy bien desde que PSA comprara la marca a General Motors, sabe de su poder de producción, de su elevado nivel de competitividad, de su capacidad de adaptación a todas las circunstancias, de su preparación para la nueva movilidad eléctrica, y del respaldo institucional y político con el que cuenta en Aragón y en España. Y además, el territorio se ha preparado para el futuro verde que ya está aquí.

Así las cosas, Aragón debe recoger los frutos de lo mucho que se ha sembrado en los últimos años. Y no es casualidad que Tavares pusiera al Corsa español como ejemplo para rentabilizar Fiat dentro de Stellantis: «Vamos a encontrar una forma rentable para producir modelos de Fiat tanto como hemos podido hacer un Corsa (el utilitario producido en exclusiva mundial en Figueruelas y que ha sido el Opel más vendido en 2020) muy rentable, que se vende más en Alemania que el mejor producto de sus rivales alemanes», dijo. Es evidente que aquí se están haciendo bien todas las tareas y le sirve, y mucho, al nuevo gigante como referente porque el objetivo es, nada menos, que el liderazgo del mercado global en movilidad sostenible. Pero Tavares no lo quiere a cualquier precio. Como siempre, en la rueda de prensa de esta semana fue claro y meridiano al decir que al empleo lo presionan los precios y las restricciones. Stellantis tiene un problema de costes significativo con los autos eléctricos, e indirectamente el ejecutivo pide subsidios permanentes para la movilidad eléctrica. «Los automóviles eléctricos generan costos más altos y aún no son asequibles para la clase media. O los fabricantes bajan sus márgenes, entonces hay problemas económicos, o vamos a encontrar otro camino». Y además, opina Tavares que si fábricas como la de Zaragoza tienen que hacer coches eléctricos que suben el coste, «o los vendo más caros o reduzco márgenes. Es cuestión de preguntarle a los gobiernos locales donde tenemos fábricas qué quieren hacer».

Y ahí vino el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, a responderle claramente a Stellantis en su visita a Zaragoza del pasado viernes. El líder socialista avaló claramente la transformación de la planta de Figueruelas para fomentar el vehículo eléctrico, y además dijo que Aragón puede liderar la movilidad sostenible y la economía verde porque se lleva mucho recorrido y vamos por delante de otros territorios. Algo que ya prometió el presidente aragonés, Javier Lambán, en su discurso de investidura del 2019.

Pero no solo se quedan en palabras. El grupo de automoción está trabajando en un proyecto en la planta zaragozana para promover y liderar la electromovilidad. Una iniciativa que conllevaría una inversión de entre 220 y 230 millones de euros y que podría acogerse a la línea de ayudas de 1.200 millones de euros del Ministerio de Industria para proyectos estratégicos para la modernización y transición industrial. El plan se basaría en los pilares de transición hacia la electromovilidad, la conectividad, la digitalización, economía circular y medioambiente, y ahí tiene todo el respaldo de los gobiernos español y aragonés. Con lo que Tavares ya tiene la respuesta a su pregunta en Zaragoza. Hace mucho tiempo que la factoría, la DGA y otros muchos actores de la comunidad como puede ser el Mobility City, están trabajando desde hace tiempo para no solo no perder el tren de la nueva movilidad, sino para estar en la primera línea. Por eso la fábrica de Figueruelas se presenta como un motor en la fusión entre PSA y Fiat, porque desde aquí se puede liderar buena parte de toda esa nueva electromovilidad.

Y ese es uno de los retos de la creación de este gigante automovilístico. A Aragón no le puede ir mal esta alianza económica. Tavares ya ha dado pruebas más que elocuentes en los últimos ejercicios de apostar por la efectividad de las plantas españolas de automóviles, y ahí Zaragoza, pero también Vigo y Madrid, están ahora muy bien situadas. La logística, la agroalimentación, son sectores ya muy importantes en la comunidad, pero de lo que realmente se depende es de la automoción y hoy se puede decir que estamos en la Champions, Pero, eso si, lo importante es que el negocio funcione. Sin esa clave, ni Stellantis ni nadie apostará por un territorio que ha sabido encontrar la fórmula para ir con ventaja.