El momento elegido por la DGA para anunciar una subida de la gasolina para compensar los gastos de Sanidad no ha sido el más adecuado teniendo en cuenta cómo está subiendo el petróleo y lo que va a repercutir en el crudo. De ahí que el rechazo de consumidores, gasolineros y transportistas haya sido rápido y elocuente. Y es que estos impuestos discrecionales finalistas, igual que en cualquier otra partida finalista de este tipo, generan muchas dudas. No hay más que ver que los suelos del Actur que se subastaron para poder reformar el Fleta ya están más que vendidos y el teatro sigue parado. Luego están las conversiones a las que se asiste en los últimos días. Porque, primero, a la DGA no le gustó el gravamen de la gasolina cuando lo aprobó el Gobierno del PP, pero ahora lo aplica. Y, segundo, el presidente Iglesias no predica con el ejemplo, ya que hace pocos días dijo no ser partidario de subir los impuestos sino de endeudarse. ¿Entonces?