El 12 de diciembre de 1930 los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández se alzaron en armas contra el régimen monárquico en la guarnición de Jaca y proclamaron la república en el Ayuntamiento de la ciudad aragonesa. La sublevación estaba coordinada con la acción de los partidos republicanos (Pacto de San Sebastián) y con las grandes centrales sindicales. Pero salió mal. La columna de militares y civiles que bajaba desde Jaca hasta Huesca fue interceptada por tropas del Gobierno, que atacaron con fuego de artillería hasta producir la desbandada y, en pocas horas, la detención de Galán y García. Ambos fueron conducidos a Huesca, juzgados al día siguiente y condenados a muerte en un consejo de guerra que duró 40 minutos. La segunda república española ya tenía a sus mártires. Mientras retratos de Galán y García eran impresos en postales y pasquines, la noticia de su fusilamiento ganó adeptos para la causa republicana y creó aún más rechazo hacia la institución que entonces encarnaba Alfonso XIII. Cuando el 14 de abril de 1931 es proclamada la República, esta vez con todas las consecuencias, los sublevados de Jaca adquieren el carácter de héroes del pueblo. La ejecución sumarísima había sido un error grave de la Monarquía. Pues bien, salvando todas las distancias históricas, tener en la cárcel a los Jordis, que podrían pasar a formar parte de una lista electoral, va a ser algo más que una piedra en el zapato para el Estado español. El soberanismo ha demostrado una gran maestría en el uso de los símbolos y las elecciones del 21-D van a tener un fuerte componente emocional. H *Periodista