El anuncio del Gobierno de Aragón de rebajar el impuesto de Sucesiones viene precedido de una presión social que se ha ido acrecentando con las movilizaciones de plataformas muy activas, pero también con las iniciativas de otras comunidades socialistas que, finalmente, los han modificado a la baja y dejan a Aragón a la intemperie en la justificación de esta presión fiscal. Por si fuera poco, en Madrid, con ingresos muy vinculados a su condición de capitalidad, aún lo bajan más. La financiación autonómica debe poner equilibrios en un sistema dispar que provoca agravios.