El pasado martes, en el marco de una jornada organizada por la Asociación de Directivos y Ejecutivos de Aragón, el reconocido especialista de la Universidad de Londres José Ginés-Mora abominó de los "profesores parlantes" que, a su juicio, abundan aún en el sistema educativo español. El docente se mostró convencido de que el que practican algunos colegas suyos en nuestro país supone el método más efectivo para que los estudiantes no aprendan nada. Y mucho menos, las competencias profesionales que se espera de quienes aspiran a formar parte de un mercado laboral tan difícil. Este conferenciante habitual, asiduo en campus de medio mundo, acabó acusando a esos profesores de "no pisar el suelo". Pero podría haber extendido la condena a esa parte de nuestro entramado político e institucional, cuyos representantes flotan varios metros por encima de alfombras y parqués. A la luz de cómo transcurre la actualidad, muchos no se han enterado de que hay ciudadanos a los que ni siquiera les llega para decantarse por una monarquía o una república. Les importa un rábano el sistema por el que se dé forma a la jefatura del Estado, porque están a otra cosa. Por ejemplo, llegar a fin de mes. Si acaso, se quedan boquiabiertos por los presupuestos que se adivinan para según qué fastos. O, por cambiar de escenario, por los astronómicos e insultantes incentivos de la selección nacional de fútbol. Ambas realidades se antojan lejanísimas para quienes, por desgracia, saben muy bien cuán áspero y abrupto es el suelo que pisan. Periodista