Cuando vemos que los derechos de los perros prevalecen sobre los derechos de los ciudadanos, el mundo se ha vuelto del revés. La nueva ordenanza redactada por ZeC en la que se refiere a los cambios de horario de suelta en los parques, no modifica la incompatibilidad de convivencia entre perros sueltos y viandantes, sea a una hora u otra. Dejar los canes sueltos conlleva percances, accidentes provocados cuando la jauría se enreda en sus correrías sin control de sus cuidadores, y lo digo con conocimiento de causa porque fui víctima de un encontronazo de dos canes en sus carreras con resultado de una lesión de tobillo, que de haberse producido en un niño o en un anciano las consecuencias podrían haber sido muy graves. Y no solo se producen accidentes sino también se establecen disputas y agresiones verbales entre los paseantes y los responsables de los perros, entre otras cosas porque los ciudadanos se ven incapacitados, a esas horas de suelta, para andar y desplazarse sin tensión, teniendo en cuenta que hay parques que tienen zonas de acceso a viviendas o a calles.

La norma acredita a los dueños de los canes a no llevarlos atados, sin reparar en las consecuencias derivadas de sus juegos, carreras y peleas. ¿Quizá nos han preguntado al resto de los ciudadanos si estamos de acuerdo con esta norma? La mayoría de países europeos lo tienen claro, los parques urbanos solo para las personas, y otros espacios de la ciudad acotados y dotados de servicios higiénicos, para perros. Una manera de evitar problemas. El concejal Alberto Cubero debería tener en cuenta la diferencia que hay entre lo que es el sentido cívico y común de lo que es aquello que desestabiliza el bienestar y la convivencia ciudadana.

*Pintora y profesora