Un espectáculo que --según dicen sus organizadores-- lo van a ver mil millones de personas, una final de fútbol americano, la fabulosa Super Bowl... y aún necesita un poco más. Necesita echar un seno de la hemana de Jackson en directo. Es fácil imaginarse a los directivos de ese conglomerado mesiánico (mediático se queda corto): desesperados en sus sesiones de tomentas de ideas, a ver cómo pueden subir un poco más la audiencia, añadir contenidos, dar que hablar. Mil millones es tan poca gente. Oh, cielos, el fútbol americano es tan aburrido... Sólo le gusta a mil millones de personas. ¿Qué les pasa a los otros cinco mil y pico? ¿Qué diablos están viendo todos esos millones de telespectadores, empecinados en sus microculturas respectivas? ¿Qué hacen? ¿Están viendo a Sánchez Drago? La verdad es que la globalización, por suerte, está llena de agujeros. Hay gente que apenas ve la tele, y menos la Super Bowl. Por decirlo todo, sí, aunque duela: hay gente, incluso en España, que ni siquiera ve el fútbol. ¿Qué hacen, pues? Es verdad que no se ha cumplido el designio del ubérrimo Alvarez Cascos sobre el fútbol en abierto, porque era de interés general, pero aún así ¿cómo puede quedar tanta gente fuera de la norma?. Es fácil imaginarse a los directivos de esa magna retransmisión de la Super Bowl, desesperados por subir un poco la audiencia, por no perderla justo en la publicidad, los segundos más caros de la historia del mundo. Por sumar bloques de público dispersos, juventud, fans de las estrellas de pop. Un descenso en medio punto de audiencia es una catástrofe. Si ocurriera eso, que todo puede ser, habría que declarar otra guerra, o hacerla sin más, en prime time. Entonces, hay que echar un seno por sopresa a la audiencia, echar un seno al mundo. No uno cualquiera, que eso ya está al alcance de todos los públicos, a todas horas y en todos los formatos: un rato antes de la final se había jugado un partido de chicas en ropa interior, compatible con el puritanismo estandar. Pero el pecho de la final ha de ser el seno con más valor añadido del mundo, el de la hermanica del Jackson, que está en pleno juicio (sin que Manuel Fraga haya intercedido aún por él). El pezón es un poco tabú, por eso había que forrarlo/realzarlo con esa estrella de diamantes. La audiencia para el año que viene está asegurada.

*Periodista y escritor