Cuando parecía que en la política catalana era imposible superar las cotas de incompetencia alcanzadas por el señor Artur Mas, aparece Joaquim Forn, ahora consejero de Interior de la Generalitat y antes concejal de Seguridad del ayuntamiento de Barcelona, y bate todos los registros. El tal Forn, capaz de seleccionar a las víctimas del terrorismo según su nacimiento, ha mentido de modo manifiesto para intentar ocultar su incapacidad para ejercer con dignidad y eficacia cargo público alguno. Lo hizo cuando en rueda de prensa afirmó que los Mossos no tenían información sobre un posible atentado terrorista en Barcelona. Era mentira, como ha desvelado El Periódico de Catalunya.

No le va a la zaga el señor Josep Lluís Trapero, director de los Mossos, quien también negó poseer esa información. Era mentira, pues sí se la proporcionó una agencia estadounidense. Trapero, que actúa más como hincha independentista que como profesional de la policía, ha mostrado, además, una precipitación impropia de un gestor de la seguridad pública, al negar, el mismo día de los atentados, que estos tuvieran algo que ver con la explosión del chalet de Alcanar, donde los terroristas almacenaban más de 100 bombonas de butano y 500 litros de acetona.

Convertido en héroe por casi todo el mundo, ignoro por qué se le atribuyeron en los primeros días tras los atentados tantos méritos, el señor Trapero ha dado esta semana una rueda de prensa en la que ha tenido una actuación lamentable. Lejos de hacer autocrítica de su labor, manifiestamente mejorable en lo concerniente a la prevención, y de aclarar lo ocurrido, se ha dedicado a acusar a El Periódico de Catalunya de manipular la información y de actuar de manera tendenciosa en beneficio de ocultos intereses, sin, como hacen los cobardes, señalar cuáles son. Tras el autobombo y autocomplacencia de los primeros días, comienza a verse ahora la verdadera cara de estos políticos (Puigdemont, Forn) y del jefe de los Mossos (Trapero), que han hecho desde el principio un irresponsable uso político de los atentados terroristas.

Me parece que, tras la conmoción del primer momento y los aplausos precipitados, se demuestra poco a poco la verdadera incompetencia de todos estos irresponsables, capaces de mentir, de acusar al mensajero y de mirar para otro lado en lugar de asumir sus responsabilidades.

Si han sido capaces de actuar con semejante indecencia en algo tan grave como la gestión de un atentado, ¿qué no serán capaces de hacer en situaciones menos dramáticas?

*Escritor e historiador