El Tribunal Supremo sí ha creído a la víctima. La manada ha sido condenada por un delito continuado de violación y no por abusos sexuales. Las penas para cada uno de los cinco integrantes se incrementan y pasan de nueve a 15 años. Con este fallo se revoca la inexplicablemente laxa condena anterior de la Audiencia Provincial de Pamplona, que despertó la indignación y la alarma social en España. Solo un sí es sí, recordó la vicepresidenta Carmen Calvo al conocer el fallo. El lema es mucho más que un eslogan oportunista, es la base de la justicia y la seguridad de las mujeres. Si no hay un consentimiento explícito, es violación. Así de clara y así de precisa debe ser la legislación. Por ello, este fallo, y la jurisprudencia que quedará sentada cuando se redacte la sentencia definitiva, es tan determinante. Está en juego la propia supervivencia de la mujer. En las anteriores condenas se consideró que la víctima no había mostrado suficiente resistencia. ¿Qué podía hacer una joven contra cinco hombres corpulentos que la acorralaron en un rincón «angosto y recóndito»? Tan solo tratar de seguir viva. Por desgracia, son demasiados los casos de mujeres que se resisten y son asesinadas por sus agresores.

Desde aquellos trágicos Sanfermines de 2016 se han denunciado en España 104 agresiones sexuales múltiples, y no dejan de aumentar. Es especialmente inquietante que 87 de los 356 agresores fueran menores de edad cuando cometieron los delitos. El combate contra la llamada cultura de la violación implica a todos los ámbitos de la sociedad, pero es evidente que la justicia debe ser especialmente firme con la violencia machista. Este año de libertad provisional de los cinco miembros de La manada ha sido hiriente para el combate de una lacra que marca la vida de las mujeres.

La brutalidad de la violación de La manada -ahora ya sí se puede denominar formalmente así- marcó una línea definitiva en la sociedad. Durante estos años, el feminismo ha conseguido abrir los ojos de muchos. Las medidas de protección se han multiplicado, también en las fiestas populares. El yo sí te creo, hermana, ha sido un clamor que ha acompañado a la víctima, a todas las víctimas. El fallo del Supremo es fundamental para reconciliar la institución con los requerimientos de una sociedad que quiere avanzar en los derechos y las libertades. Una sociedad con mujeres vivas, libres y sin miedo.